Animales de Compañía, Familia y Sociedad
La transformación de los hogares argentinos: menos hijos, más perros y gatos
Según el Observatorio del Desarrollo Humano de la Universidad Austral, el número de nacimientos en Argentina cayó 40%. En contrapartida, según datos de la consultora Kantar, el 80% de los hogares argentinos tienen al menos un perro y/o un gato. De ellos, el 75% los considera miembros de la familia. Esta situación plantea un cambio cultural que redefine la estructura familiar.
Gustavo Iglesias, director de Vet Market
En menos de una década, Argentina (como otros países del Mundo) ha vivido un profundo cambio en la composición de sus hogares. Mientras cae dramáticamente la natalidad, la tenencia de animales de compañía crece con fuerza y asume una dimensión inédita hasta ahora.
Según un reciente informe del Observatorio de Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral, se ha producido una abrupta caída en el número de nacimientos en la República Argentina en los últimos años. Concretamente señala que cayó un 40% desde el año 2014. Una de las disminuciones más bruscas en América Latina. En contrapartida, según datos de la consultora Kantar, el 80% de los hogares argentinos tienen al menos un perro y/o un gato.
Entre las múltiples causas del fenómeno se encuentran la postergación de la maternidad y paternidad por razones económicas, la precarización laboral, el alto costo de vida, el cambio en los valores sociales y la búsqueda de una mayor realización personal. Todo esto ha llevado a muchas parejas -y también a personas solas- a optar por no tener hijos o reducir el número de descendencia.
Por otra parte, el deseo de tener perros y/o gatos surge de una necesidad profunda de conexión emocional, compañía y los múltiples beneficios que aportan estos animales a las personas.
Esta relación con los animales de compañía refleja un cambio cultural profundo. Han dejado de ocupar un lugar periférico para convertirse en verdaderos protagonistas de la vida cotidiana.
Aunque sería simplista afirmar que los argentinos están reemplazando a los hijos por perros y gatos, sí es cierto que el rol de estos animales de compañía en la estructura emocional del hogar se ha intensificado.
Estos cambios reflejan no solo una transformación en las dinámicas familiares, sino también desafíos para las políticas públicas. La baja natalidad impactará en el mediano y largo plazo en la estructura demográfica, el sistema jubilatorio y la planificación urbana. Al mismo tiempo, el creciente número de animales de compañía plantea nuevas necesidades en materia de legislación y convivencia urbana.
Argentina se enfrenta así a una encrucijada cultural y social que plantea interrogantes sobre el futuro de sus familias y la redefinición de los vínculos afectivos.
Si bien los animales de compañía enriquecen la vida de millones de argentinos y aportan numerosos beneficios emocionales, no reemplazan la complejidad y la profundidad de los vínculos familiares tradicionales.
Es fundamental analizar en profundidad las causas y las consecuencias de esta transformación para poder diseñar políticas públicas que aborden los desafíos demográficos y sociales del futuro.
La tenencia de animales de compañía: responsabilidades y posibles consecuencias
La tenencia de animales de compañía es un compromiso significativo que entrelaza profundamente la vida de las personas con la de otro ser vivo.
Los animales de compañía, como seres vivos, tienen necesidades básicas que los tutores debe garantizarles. Esto implica, proporcionar alimento adecuado, agua fresca, un refugio seguro y limpio, atención veterinaria regular y oportunidades para el ejercicio y la estimulación mental. Estas necesidades no son estáticas; varían según la especie, la raza, la edad y la salud del animal, exigiendo una atención constante y adaptada a lo largo de su vida.
Más allá de lo puramente físico, la tenencia responsable implica una inversión significativa de tiempo y energía. Los animales de compañía requieren interacción, juego, entrenamiento y socialización. Un perro necesita paseos diarios, mientras que un gato puede demandar sesiones de juego y atención. Ignorar estas necesidades puede conducir a problemas de comportamiento, estrés y, en última instancia, a un deterioro del bienestar del animal.
Las consecuencias en la vida de las personas son igualmente significativas. La rutina diaria se adapta a los horarios de alimentación, paseos y cuidados del animal. Los planes de viaje, por ejemplo, deben considerar el bienestar de los animales.
¿Qué sucede cuando las personas se cansan de los animales?
Esta es una realidad triste y preocupante. A menudo, el entusiasmo inicial se desvanece ante las demandas diarias, los problemas de comportamiento inesperados o los cambios en la vida personal (mudanzas, nacimientos, problemas económicos). Cuando esto ocurre, las consecuencias para el animal pueden ser devastadoras. Estas situaciones no solo causan un sufrimiento inmenso al animal, sino que también reflejan una falta de compromiso y responsabilidad por parte de los tenedores.
Es crucial entender que los animales no son objetos desechables. Son seres vivos con necesidades emocionales y físicas complejas, y la decisión de incorporarlos a nuestra vida debe tomarse con seriedad y plena conciencia de las responsabilidades a largo plazo.
Finalmente, es fundamental abordar la idea de que los animales no reemplazan a los hijos. Si bien su compañía puede ser profundamente gratificante y llenar ciertos vacíos emocionales, la relación con un hijo es intrínsecamente diferente.
Por último, es vital comprender que la tenencia de animales de compañía es una decisión que debe tomarse con madurez y responsabilidad. Implica una transformación en la vida de las personas, con compromisos de tiempo, energía y recursos.
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