viernes 26 de diciembre de 2025 - Edición Nº2493

Profesión | 26 de diciembre

Bienestar animal y producción

Manejo del estrés calórico en animales de producción

Las altas temperaturas del verano representan un desafío sanitario y productivo para la ganadería. El SENASA refuerza recomendaciones prácticas para reducir el impacto del estrés calórico en bovinos y otras especies pecuarias, con foco en el manejo, la nutrición y el acceso al agua.


La llegada de la temporada estival es un factor determinante que puede comprometer la sanidad, el bienestar y la productividad de los animales de producción, tanto en los establecimientos rurales como durante el transporte. Ante este escenario, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) recuerda la importancia de fortalecer las medidas preventivas para minimizar los efectos del estrés calórico en el ganado.

El estrés es una respuesta adaptativa que permite a los animales enfrentar desafíos ambientales, como las variaciones de temperatura. Sin embargo, cuando se superan los límites de la zona de confort térmico o zona termoneutral, los mecanismos fisiológicos de regulación no logran disipar el exceso de calor corporal.

Se denomina estrés calórico al conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales que se desencadenan cuando los animales son sometidos a temperaturas ambientales elevadas y no pueden mantener estable su temperatura interna. En estas condiciones, es frecuente observar una reducción de la actividad física y del consumo de alimento, junto con un aumento de la frecuencia respiratoria, el jadeo, la salivación y la ingesta de agua, además de la búsqueda activa de sombra.

 

Impacto productivo y sanitario

El estrés calórico no solo afecta el bienestar animal, sino que también genera consecuencias económicas relevantes para los sistemas productivos. Entre los principales efectos se destacan:

- Disminución de la eficiencia alimentaria.

- Pérdida de peso y deterioro de la condición corporal.

- Caída del desempeño reproductivo.

- Mayor susceptibilidad a enfermedades.

- Incremento de la mortalidad.

- En sistemas lecheros, reducción del volumen de leche producida y del contenido de grasa y proteína.

Asimismo, existen factores propios del animal que influyen en su susceptibilidad al estrés calórico, como la edad, el color y el largo del pelaje. Los animales con mayor acumulación de grasa corporal y aquellos de pelaje oscuro -especialmente negro- suelen verse más afectados, debido a una mayor absorción de calor.

 

Recomendaciones para bovinos de carne

Una de las medidas más eficaces es la provisión de sombra. La sombra natural de los árboles resulta especialmente beneficiosa, ya que reduce la radiación solar directa y disminuye la temperatura del aire mediante la evapotranspiración. En el caso de sombra artificial, esta debe permitir una adecuada circulación de aire por debajo, con una altura mínima de entre 3 y 4 metros, y ofrecer entre 2 y 4 m² por animal para evitar el hacinamiento.

El acceso al agua es un factor crítico. Un bovino adulto puede consumir diariamente alrededor del 7 % de su peso vivo en agua, por lo que es indispensable garantizar una provisión constante de agua fresca, limpia y de buena calidad, con bebederos cercanos y fácilmente accesibles. Se recomienda realizar análisis previos del agua para evaluar la concentración de sales y evitar rechazos en el consumo.

Durante los períodos de calor extremo, es clave controlar el caudal y la presión de los bebederos y asegurar un espacio suficiente para que todos los animales puedan hidratarse. El consumo brusco de grandes volúmenes de agua luego de una privación prolongada puede provocar cuadros de intoxicación con signos nerviosos.

 

Manejo y alimentación en verano

Evitar prácticas de manejo estresantes es fundamental en los meses de altas temperaturas. Se aconseja arrear los animales de manera tranquila, respetando su ritmo de desplazamiento, y realizar encierres, trabajos en manga y otras tareas sanitarias en las primeras horas de la mañana o al final de la tarde. La planificación previa de las actividades permite reducir los tiempos de permanencia en corrales y mangas.

En cuanto a la alimentación, en sistemas de engorde a corral se recomienda suministrar entre el 30 y el 40 % de la ración durante la mañana y el resto por la tarde, además de aumentar el contenido de fibra de la dieta para favorecer la salud ruminal.

Cuando se pronostican temperaturas elevadas, puede ser necesario refrescar a la hacienda en horarios de menor carga térmica -temprano por la mañana o durante la noche- utilizando un volumen de agua suficiente para que penetre el pelaje. Mojar a los animales de forma superficial y en las horas de mayor calor puede resultar contraproducente. También se sugiere humedecer el suelo de los corrales, sin generar barro, para reducir la radiación indirecta.

La implementación sistemática de estas prácticas de bienestar animal en las distintas especies pecuarias contribuye a mejorar la sanidad, sostener la productividad y generar beneficios para todos los actores de la cadena ganadera.

 

(Con información del Senasa)

 


 

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