El cambio climático no solo transforma ecosistemas y sistemas productivos: también está reconfigurando el mapa global de las enfermedades zoonóticas. Así lo confirma un estudio publicado el 9 de diciembre de 2025 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), liderado por investigadores del Natural History Museum de Londres, que aporta una de las revisiones más amplias realizadas hasta el momento sobre la relación entre clima y zoonosis.
A partir del análisis de 218 estudios realizados en 65 países, los científicos evaluaron cómo variables climáticas clave -temperatura, precipitaciones y humedad- influyen sobre 53 enfermedades zoonóticas, utilizando un total de 852 medidas de riesgo. El resultado es contundente: la sensibilidad climática está ampliamente distribuida entre las zoonosis, aunque no de manera uniforme.
El clima como factor de riesgo
Según el trabajo, casi siete de cada diez asociaciones analizadas mostraron una relación significativa entre la temperatura y el riesgo de enfermedad (69,1%), mientras que en el caso de las precipitaciones el vínculo alcanzó el 63,5%. En la mayoría de los casos, el efecto fue positivo: a mayor temperatura o mayor cantidad de lluvias, mayor riesgo de transmisión.
Esta tendencia es particularmente clara en las zoonosis transmitidas por vectores, como mosquitos y garrapatas. El aumento de la temperatura favorece la supervivencia, reproducción y actividad de estos organismos, incrementando así las oportunidades de transmisión entre animales y humanos. Para la sanidad animal y la salud pública veterinaria, este hallazgo refuerza la necesidad de integrar el factor climático en los sistemas de vigilancia epidemiológica.
Regiones bajo mayor presión
Otro dato relevante es el sesgo geográfico de la evidencia disponible. El 97% de los estudios analizados se realizaron en regiones donde se proyecta un aumento de temperatura superior a 1,5 °C para el período 2041–2070. Esto sugiere que las áreas ya identificadas como vulnerables al calentamiento global podrían enfrentar una carga aún mayor de enfermedades zoonóticas en las próximas décadas.
Sin embargo, los autores advierten que otras regiones, hoy menos estudiadas, podrían estar subrepresentadas en las evaluaciones de riesgo, lo que limita la capacidad de anticipación y respuesta.
Una ciencia que debe afinar sus modelos
El estudio también plantea una crítica metodológica clave: la mayoría de las investigaciones previas utilizan modelos lineales para describir la relación entre clima y enfermedad. Desde el punto de vista biológico, esta simplificación es problemática. En muchos casos, el riesgo de transmisión sigue una curva “en forma de joroba”: aumenta hasta alcanzar un punto óptimo y luego disminuye cuando las condiciones se vuelven extremas, por ejemplo, con temperaturas excesivamente altas.
Asumir que “más calor siempre implica más enfermedad” puede llevar a sobreestimar riesgos en zonas muy cálidas o, por el contrario, a subestimarlos en regiones más frías. Para los autores, avanzar hacia modelos no lineales y biológicamente informados es clave para mejorar las predicciones.
Implicancias para la veterinaria
Las conclusiones del trabajo son claras: el cambio climático tendrá efectos sustanciales y complejos sobre las enfermedades zoonóticas. Para el ámbito veterinario, esto implica repensar estrategias de prevención, vigilancia y control, incorporando el clima como una variable central y dinámica.
En un contexto de creciente interconexión entre salud animal, humana y ambiental, el estudio refuerza el enfoque de Una Salud y subraya el rol estratégico de la veterinaria para anticipar y mitigar futuros riesgos sanitarios en un planeta cada vez más cálido.