lunes 24 de noviembre de 2025 - Edición Nº2461

Divulgación | 24 Nov

El cautiverio de fauna silvestre y exóticos

El "mascotismo" aún persiste detrás de las paredes de algunos hogares argentinos

Aunque prohibida y profundamente dañina, la tenencia de animales silvestres y exóticos sigue presente en muchos hogares del país, alimentada por el tráfico ilegal, la desinformación y una normalización cultural que invisibiliza sus consecuencias. El fenómeno compromete el bienestar animal, deteriora la biodiversidad y expone riesgos sanitarios que permanecen ocultos.


El cautiverio de fauna silvestre no es un fenómeno del pasado ni una anomalía aislada. En Argentina, continúa ocurriendo de manera silenciosa, muchas veces puertas adentro, sostenido por creencias arraigadas, la fascinación por lo exótico y la falsa idea de que un animal silvestre puede adaptarse a la vida doméstica sin sufrir.

Sin embargo, cada loro, tortuga o pequeño mamífero retenido en un hogar es parte de un entramado mucho mayor: el tráfico ilegal de fauna, el tercer negocio ilícito más rentable del mundo.

Las aves representan cerca del 60% de los ejemplares traficados, pero también circulan tortugas terrestres, carpinchos, zorros y primates. Cada ejemplar “rescatado”, “regalado” o “heredado” es el resultado de una cadena de extracción y sufrimiento que suele permanecer invisibilizada.

 

Bienestar animal: vidas silvestres confinadas a ambientes para los que no están hechas

Los animales silvestres poseen comportamientos, dietas, estímulos y necesidades imposibles de reproducir plenamente en un entorno doméstico. El confinamiento afecta tanto su salud física como emocional, y deja huellas que rara vez son visibles para quienes los conviven.

La idea de que un animal silvestre “se acostumbra” al cautiverio es una ilusión que desconoce su biología. La domesticación requiere miles de años de selección; la adaptación forzada, apenas un encierro.

 

Un riesgo sanitario que se oculta en la convivencia cotidiana

La presencia de fauna silvestre en el ámbito doméstico no solo perjudica al animal; también expone a las personas y a sus animales a enfermedades zoonóticas. Tres de cada cinco nuevas enfermedades infecciosas humanas son de origen animal, y muchos ejemplares silvestres actúan como portadores asintomáticos.

Entre los patógenos vinculados a la fauna silvestre en Argentina se encuentran: Psitacosis, Rabia, Salmonelosis, Hantavirus, Leptospirosis y Leishmaniasis.

Cuando un animal silvestre entra a una casa, también lo hace su microbiota, su estrés, su potencial patógeno y su contacto forzado con otras especies. El riesgo, silencioso y naturalizado, se vuelve parte de la vida cotidiana.

 

Una legislación clara que no siempre disuade

La Ley Nacional 22.421 y las normativas provinciales prohíben la captura, tenencia y comercialización de fauna silvestre. Estas regulaciones existen para proteger ecosistemas, evitar la pérdida de biodiversidad y prevenir riesgos sanitarios.

Sin embargo, la persistencia del cautiverio doméstico demuestra que la normativa, por sí sola, no alcanza. Persisten mitos (“está mejor conmigo que en su hábitat”), prácticas culturales (“en casa siempre hubo un loro”), compras impulsivas y un mercado ilegal que se reinventa constantemente.

El problema no reside únicamente en la ilegalidad, sino en la aceptación social que la sostiene.

 

Reflexión final

La verdadera convivencia con la naturaleza comienza cuando aprendemos a respetarla sin apropiarnos de ella. Cuando dejamos de encerrar lo que nació para vivir en libertad y reconocemos que la admiración más genuina es la que preserva, no la que captura.

 


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