La resistencia a los antimicrobianos (RAM) continúa en ascenso y hoy representa un desafío tanto para la medicina humana como veterinaria. Aunque las investigaciones suelen enfocarse en animales de producción, un reciente estudio chileno aporta evidencia clave sobre la circulación de bacterias críticas en perros de compañía.
El trabajo, publicado recientemente en Animals, fue realizado por investigadores de la Universidad de Chile, la Universidad Andrés Bello y la Universidad de O'Higgins. Analizaron 263 perros sanos atendidos en clínicas urbanas y rurales de la Región Metropolitana, todos sin tratamientos antibióticos recientes.
Perros sanos, pero portadores
Los resultados microbiológicos encendieron alertas:
- 18,3% de resistencia a enrofloxacina
- 13,3% a amoxicilina–ácido clavulánico
- 5,98% a ceftazidime
Estos porcentajes muestran que incluso animales clínicamente sanos pueden ser portadores de bacterias resistentes con impacto potencial en la salud pública y la práctica diaria.
Criaderos y tiendas: riesgo multiplicado
El hallazgo más contundente del estudio fue la influencia del origen del animal. Los perros adquiridos en criaderos o pet shops tuvieron una probabilidad 6,04 veces mayor de portar E. coli resistente a ceftazidime que los perros adoptados.
Para los autores, los sistemas de cría intensivos -con manejo sanitario variable, hacinamiento y posible uso profiláctico de antimicrobianos- pueden funcionar como amplificadores de resistencia que luego se trasladan a los hogares.
Hospitalización previa: un dato que no debe pasarse por alto
La hospitalización reciente surgió como otro factor de peso. Los perros con internaciones previas mostraron una mayor probabilidad de resistencia a enrofloxacina (OR = 4.24).
Este hallazgo refuerza la importancia de fortalecer la bioseguridad y los protocolos de prevención de infecciones asociadas a la atención veterinaria.
Factores protectores inesperados
El estudio también identificó variables asociadas a menor riesgo de portación:
- Hogares con profesionales de la salud (humana o veterinaria), donde la resistencia fue menor para enrofloxacina y amoxicilina–ác. clavulánico.
- Contacto ocasional con animales callejeros y paseos con correa, que mostraron asociaciones protectoras.
- Dieta que incluye carne cruda, vinculada a menor resistencia a amoxicilina–ác. clavulánico en esta muestra, aunque los autores advierten que su uso no es recomendable sin supervisión.
Implicancias para el consultorio
Para los veterinarios clínicos, el estudio deja tres mensajes clave:
1- Indagar siempre la procedencia del animal, ya que la compra en criaderos o tiendas es un marcador de riesgo.
2- Usar antimicrobianos con mayor criterio, evitando quinolonas y cefalosporinas de 3ª generación sin respaldo de cultivo y antibiograma.
3- Educar a los tutores sobre higiene, manejo responsable y su rol dentro del enfoque “Una Salud”.
“Compartimos las mismas bacterias con nuestras mascotas: lo que les afecta a ellos también puede afectarnos a nosotros”, dice la profesora Lisette Lapierre, investigadora Universidad de Chile.