martes 11 de noviembre de 2025 - Edición Nº2448

Profesión | 9 Nov

Comprender la raíz del conflicto

Por qué algunos tutores reaccionan con violencia hacia los veterinarios

El vínculo entre las personas y sus animales de compañía cambió de manera profunda: hoy muchos los consideran parte de su familia, e incluso su principal sostén afectivo. Lo que antes era un lazo de cuidado ahora involucra emociones intensas que, en contextos de frustración o pérdida, pueden derivar en agresiones hacia los profesionales.


Por: Gustavo Iglesias, director de Vet Market

El lugar que los animales de compañía ocupan en la vida de las personas ha cambiado más en las últimas dos décadas que en todo el siglo anterior. Lo que antes se entendía como “mascota” hoy es, para millones de personas, un verdadero miembro de la familia. Esta humanización -una tendencia global con raíces culturales, económicas y psicológicas- redefinió por completo el rol del médico veterinario.

Ya no se trata solo de un profesional de la salud animal, sino de alguien que interviene en el núcleo emocional del hogar. De esa centralidad surgen tanto el prestigio y la confianza como una carga emocional y social inédita.

 

De la empatía al desborde emocional

Para muchos tutores, la pérdida o el sufrimiento de su animal representa un golpe emocional similar al de un familiar cercano. Esto explica en parte las reacciones desproporcionadas ante diagnósticos adversos, tratamientos costosos o resultados que no cumplen las expectativas.

Cuando la angustia no encuentra un cauce saludable, puede transformarse en negación o agresión dirigida hacia el médico veterinario, percibido inconscientemente como “responsable” del desenlace.

En términos psicológicos, se trata de una transferencia emocional: el tutor proyecta sobre el profesional su frustración, dolor o miedo, especialmente en contextos donde siente que pierde el control.

 

Expectativas irreales y cultura de inmediatez

La medicina veterinaria, al igual que la humana, se enfrenta a sus propias limitaciones biológicas, diagnósticas y financieras.

Cuando el tutor exige resultados inmediatos o soluciones imposibles -y el veterinario no las puede ofrecer- surge el conflicto. En muchos casos, la frustración se traduce en acusaciones, maltrato verbal, amenazas e incluso agresiones físicas hacia los profesionales.

 

Estrés y agotamiento profesional

Del otro lado del mostrador, los veterinarios enfrentan una doble presión: la de brindar atención médica y la de contener emocionalmente al tutor. La empatía constante, sumada a la exposición a la violencia verbal o psicológica, contribuye al burnout y a la fatiga por compasión, cada vez más frecuentes en la profesión.

 

Recomendaciones para los veterinarios frente a situaciones de conflicto o violencia

1. Fortalecer la comunicación preventiva

- Explicar claramente el diagnóstico, pronóstico, costos y limitaciones del tratamiento.

- Evitar tecnicismos innecesarios y confirmar que el tutor haya comprendido la información.

- Anticipar escenarios difíciles (riesgo quirúrgico, tiempos de recuperación, posibles complicaciones) con empatía y transparencia.

2. No reaccionar a la agresión

- Recordar que la hostilidad suele ser una expresión del dolor o frustración del tutor.

- Mantener la calma y no responder desde la confrontación emocional.

3. Establecer límites profesionales

- No aceptar maltratos verbales o físicos bajo ningún pretexto.

- Si una situación escala, suspender la consulta y derivar el caso a instancias institucionales.

- En clínicas o instituciones, aplicar protocolos claros de actuación ante agresiones.

4. Implementar medidas de seguridad física y tecnológica

- Contar con cámaras de seguridad en las áreas de atención y recepción, de manera visible y conforme a la normativa de protección de datos personales.

- Su presencia actúa como elemento disuasivo y, en caso de incidente, como respaldo documental objetivo.

- Evaluar también la instalación de botones de alerta o comunicación directa con personal de apoyo o fuerzas de seguridad en zonas de riesgo.

5. Registrar los incidentes

- Documentar por escrito cualquier episodio de violencia o amenaza.

- Notificar al responsable legal o al Colegio Profesional correspondiente para definir medidas preventivas.

6. Cuidar la propia salud mental

- Reconocer los signos de agotamiento o estrés emocional y buscar apoyo profesional.

- Promover espacios de contención entre colegas.

- Capacitarse en comunicación asertiva, manejo de conflictos y autocuidado emocional.

7. Consultar los marcos legales vigentes

- Ante una agresión física o amenaza, realizar la denuncia correspondiente.

- Solicitar orientación a las áreas legales de los Colegios Veterinarios u otras Instituciones sobre los procedimientos y derechos aplicables.

 

Comprender las causas de la violencia hacia los veterinarios no implica justificarla, sino reconocer su raíz humana.

 


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