En la última década, el mercado de alimentos para perros y gatos dejó de ser un simple segmento de consumo para convertirse en un terreno de innovación que refleja transformaciones sociales más amplias.
El reciente informe 2025 de Archer Daniels Midland Company (ADM) -multinacional estadounidense, líder global en nutrición y procesamiento de alimentos e ingredientes para humanos y animales- lo confirma: hoy, la nutrición animal no solo se mide en calorías o proteínas, sino en su capacidad de generar bienestar integral y longevidad.
Este viraje hacia el pet wellness (enfoque integral del cuidado de los animales de compañía que va más allá de la ausencia de enfermedad) trasciende la industria: interpela directamente a la clínica veterinaria y redefine la relación entre profesionales, clientes y pacientes.
Longevidad: cuando la nutrición se vuelve medicina preventiva
El dato es elocuente: un 78% de los tenedores de perros y gatos en el mundo está interesado en productos que prolonguen la vida de sus animales. Este deseo no es una moda pasajera, sino el resultado de un proceso de humanización que equipara la salud del animal con la propia.
El veterinario se enfrenta aquí a una doble responsabilidad: por un lado, traducir la evidencia científica en recomendaciones prácticas; por otro, diferenciar los productos con sustento real de los que se apoyan solo en el marketing. La nutrición pasa a ser un campo de prevención, y el clínico se convierte en el garante de que esa promesa de longevidad no quede solo en un slogan.
Personalización y nutrición funcional: el fin del “alimento para todos”
La tendencia es clara: disponer de alimentos que respondan a la edad, raza, condición clínica o incluso microbioma intestinal de cada animal.
El informe explica que este fenómeno instala un nuevo paradigma: ya no basta con ofrecer un alimento balanceado genérico. El mercado se fragmenta en microsegmentos, y la clínica que logre acompañar esa transición con asesoramiento adaptado se convertirá en un referente estratégico para el cliente.
Economía vs. calidad: el equilibrio delicado
El informe también advierte sobre la tensión entre aspiraciones y bolsillo. Un 46% de los tenedores de animales de compañía en EE. UU. estaría dispuesto a cambiar de alimento por motivos de precio, lo que explica el auge de marcas blancas y canales de descuento.
Aquí surge un dilema ético y profesional: ¿cómo garantizar la nutrición de calidad en un contexto de restricción económica?
El veterinario debe ocupar el rol de educador, ayudando a identificar qué es negociable y qué no lo es en la dieta de un animal. No se trata de vender productos caros, sino de transmitir criterios claros para evitar que la reducción de costos se traduzca en un riesgo para la salud.
En la búsqueda de naturalidad
La humanización alcanza su punto más visible en la búsqueda de naturalidad. El 91% de los tenedores considera a su animal de compañía como parte de la familia, y exige alimentos con ingredientes reconocibles, mínimamente procesados y libres de artificios.
Según el informe, la naturalidad sin mediación profesional, corre el riesgo de caer en la pseudociencia. Este es el espacio en el que la voz veterinaria resulta decisiva: explicar la diferencia entre un ingrediente “de moda” y uno con eficacia comprobada, y recordar que lo natural no siempre es sinónimo de lo mejor para la salud animal.
De clínicos a arquitectos del bienestar
Lo que ADM describe no es solo un cambio de mercado: es un cambio cultural en la relación con los animales de compañía.
El concepto de pet wellness amplía la práctica veterinaria más allá del diagnóstico y el tratamiento, hacia un acompañamiento integral que combina nutrición, prevención y calidad de vida.
En este escenario, el veterinario deja de ser consultado solo en la enfermedad y pasa a ser un asesor de confianza en las decisiones diarias que modelan la salud de los animales. Integrar estas tendencias en la práctica no es opcional: es la clave para sostener la relevancia profesional en un mundo donde los tenedores de animales de compañía son cada vez más exigentes, informados y emocionales en sus elecciones.