Un reciente incidente en Maryland, Estados Unidos, donde un solo gato rabioso expuso potencialmente a cientos de personas al virus, ha encendido las alarmas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). El caso subraya una problemática de salud pública a menudo subestimada: el riesgo que representan las colonias de gatos salvajes no gestionadas y la crucial necesidad de vacunar a estos animales para proteger a la comunidad.
En abril de 2024, un gato salvaje recogido de una colonia de unos 20 felinos en el condado de Baltimore dio positivo en la prueba de rabia. La noticia desató una masiva operación de salud pública. Inicialmente, las autoridades sanitarias temieron que más de 300 personas pudieran haber estado expuestas, lo que desencadenó un exhaustivo rastreo de contactos. Afortunadamente, el número de personas que necesitaron profilaxis posexposición (PEP), un tratamiento costoso y que requiere múltiples visitas médicas, fue mucho menor de lo previsto. Sin embargo, el evento sirvió como un claro recordatorio del potencial de estas colonias para amplificar la transmisión de la rabia.
En un informe publicado en su Boletín Semanal de Morbilidad y Mortalidad, los CDC concluyeron que "las colonias de gatos sin control plantean riesgos para la salud pública, y podrían requerirse grandes recursos para prevenir consecuencias negativas para la salud".
Aunque en Estados Unidos la rabia es más común en animales silvestres como mapaches, murciélagos y zorros, los gatos continúan siendo el animal doméstico más frecuentemente reportado con la enfermedad. Solo en 2023, se identificaron 222 gatos rabiosos en el país, en comparación con solo 33 perros. Su capacidad para moverse entre entornos urbanos y rurales y su tendencia a interactuar tanto con la fauna salvaje como con los humanos los convierte en un puente peligroso para la transmisión del virus.
El informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) refuerza el papel fundamental de los veterinarios y los programas de gestión de colonias. Se advierte que las estrategias de "captura, esterilización y retorno" (TNR, por sus siglas en inglés) que no incluyen la vacunación antirrábica pueden, de forma inadvertida, aumentar los riesgos para la salud humana y animal. La vacunación es, por tanto, un pilar indispensable en cualquier intervención.
La política de la Asociación Médica Veterinaria Estadounidense (AVMA) sobre gatos callejeros y salvajes reconoce que no existe una solución única, pero enfatiza que cualquier programa debe considerar el bienestar de los animales, el ecosistema y, sobre todo, los impactos en la salud pública. Según la AVMA, las colonias gestionadas de manera adecuada, que incluyen vacunación y control, tienen el potencial de reducir significativamente estos riesgos.
El caso de Maryland es una llamada de atención sobre la importancia de mantener una alta cobertura de vacunación en todas las poblaciones de gatos, domesticados y salvajes, como principal barrera para proteger a las comunidades de una enfermedad casi siempre mortal.