Un equipo internacional de neurocientíficos analizó el cerebro de ocho especies de carnívoros -hurón, mangosta, mapache, gato doméstico, perro doméstico, hiena rayada, león y oso pardo- con un método innovador que permite contar neuronas de manera precisa: el fraccionador isotrópico.
El estudio, publicado recientemente en Frontiers in Neuroanatomy, tuvo como objetivo investigar cómo se distribuyen las células cerebrales y qué relación existe entre el tamaño del cerebro, la cantidad de neuronas y el metabolismo de cada especie.
En contra de lo esperado por los investigadores, los resultados indicaron que el tamaño cerebral no se traduce necesariamente en mayor cantidad de neuronas corticales:
- El perro doméstico (ejemplificado con un golden retriever) posee más neuronas corticales que el león, la hiena rayada o incluso el oso pardo, pese a tener un cerebro más pequeño.
- El oso pardo, con un cerebro casi diez veces mayor que el de un gato, tiene prácticamente la misma cantidad de neuronas que el felino doméstico.
- El mapache muestra un perfil único: en un cerebro del tamaño de un gato, concentra una densidad neuronal similar a la de los primates.
Los investigadores plantean que estas diferencias responden a limitaciones metabólicas. Mantener un gran número de neuronas implica un costo energético muy alto, lo que obligaría a especies de gran tamaño, como el oso, a sacrificar neuronas corticales para sostener sus necesidades corporales y conductuales. Incluso factores como la hibernación podrían jugar un rol en este delicado equilibrio.
Para la medicina veterinaria y la neurociencia comparada, estos hallazgos abren un campo de reflexión. La cognición animal no puede deducirse solo por el tamaño del cerebro, sino que requiere considerar la densidad y distribución de neuronas, así como las particularidades fisiológicas de cada especie. Esto tiene implicancias en áreas como la etología clínica, el bienestar animal en zoológicos o reservas, y la interpretación de capacidades de aprendizaje y adaptación en animales domésticos.
En definitiva, el estudio no solo aporta nuevos datos sobre la evolución del cerebro en carnívoros, sino que también invita a repensar las bases sobre las que comprendemos la inteligencia y el comportamiento en diferentes especies. Más que un simple asunto de tamaño, la neuroanatomía animal es un campo donde el número de neuronas, el metabolismo y la historia evolutiva interactúan de manera compleja y fascinante.