CADIC, CONICET
Ciencia y producción se unen para el cultivo sustentable de mejillones
Un equipo de especialistas investiga las condiciones óptimas del canal Beagle para el cultivo sustentable de mejillones, una especie nativa con gran potencial para el desarrollo económico y la diversificación de la matriz productiva de la región.
Un esfuerzo colaborativo entre la ciencia y el sector privado está sentando las bases para el desarrollo de la industria acuícola en la provincia de Tierra del Fuego. Un equipo de científicos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET), liderado por la oceanógrafa biológica Irene Schloss, está llevando a cabo un exhaustivo estudio para evaluar las condiciones ambientales óptimas para el cultivo de mejillones, una especie autóctona del canal Beagle.
Un enfoque científico para una producción sostenible
La iniciativa se enmarca en un Servicio Tecnológico de Alto Nivel (STAN), solicitado por la empresa Newsan Food, que busca consolidar un polo acuícola sostenible. Para ello, los investigadores están midiendo y analizando variables cruciales como la temperatura del agua, la salinidad, la concentración de oxígeno, el amonio y la clorofila. "Los mejillones son organismos marinos sensibles que requieren condiciones ambientales óptimas para crecer y prosperar", explica Schloss. "Comprender y evaluar el entorno es fundamental para el éxito a largo plazo de la actividad".
El estudio también pone un énfasis especial en el fitoplancton, el alimento de los mejillones, monitoreando la presencia de especies productoras de toxinas que causan la "marea roja". Este análisis es vital para garantizar la inocuidad y la calidad del producto final.
La Ciencia al Servicio de la Sociedad
Para llevar a cabo la investigación, el equipo utiliza el Buque de Investigación Científica (BIC) Shenu, parte de la flota del CONICET. Con una periodicidad mensual, la embarcación recorre cinco estaciones costeras en un sector del canal Beagle, recolectando muestras de agua y datos con instrumental de alta tecnología, como el CTD, que mide múltiples parámetros ambientales.
Irene Schloss destaca la importancia de esta sinergia entre la ciencia y la producción. "Es bueno ver que estos estudios puedan tener un impacto real en las actividades productivas de la región más austral del continente", señala. "Cuando se trabaja en conjunto, todos ganamos, se toman mejores decisiones y la ciencia vuelve a la sociedad de manera concreta".
Por su parte, Fabio Delamata, gerente de Newsan Food, subraya el valor de la colaboración con el CONICET. "Trabajar juntos es ir acompañando el trabajo con datos e información, para así llegar a un resultado sólido, certero y a largo plazo", afirma.
Impacto a Largo Plazo: Empleo y Diversificación
Este proyecto, que culminará en octubre tras un total de doce campañas de medición, proyecta beneficios significativos para la comunidad local. La investigación no solo busca un desarrollo industrial, sino que también tiene como objetivo la generación de empleo, el fortalecimiento de la conciencia ambiental y la diversificación de la matriz productiva de la región. El cultivo de mejillones en el canal Beagle se presenta como una alternativa prometedora para el desarrollo sostenible, con un potencial de crecimiento que podría posicionar a la zona como un referente en la producción acuícola nacional.