Día Internacional del Armadillo
Armadillo, mulita, peludo, quirquincho... Un animal con varios nombres y mucha tradición
Cada 13 de agosto, el mundo conmemora el Día Internacional del Armadillo, una fecha que busca concientizar sobre la conservación de este pequeño pero resistente mamífero, que en Argentina adopta distintos nombres según la región.
El armadillo, que en Argentina adopta distintos nombres según la región: mulita, quirquincho, pichi, peludo o tatú, no solo tiene un valor relevante en el ecosistema, sino también ocupa un lugar especial en la cultura argentina.
Con su característico caparazón articulado, el armadillo cumple funciones ecológicas clave. Su hábito de excavar madrigueras airea la tierra y contribuye a controlar plagas de insectos y pequeños invertebrados. Además, tiene un alto valor en la tradición y el folclore argentino.
En las provincias del norte y centro del país, la figura del armadillo ha trascendido lo biológico para instalarse como un símbolo cultural. El caparazón seco del quirquincho, por ejemplo, ha sido utilizado en la fabricación del charango, instrumento típico de la música andina. La imagen del animal, también aparece en leyendas y refranes populares, a veces como emblema de astucia y otras como símbolo de humildad y perseverancia.
Entre la conservación y la amenaza
A pesar de su resistencia, las poblaciones de armadillo enfrentan peligros crecientes: pérdida de hábitat por avance agropecuario, atropellamientos en rutas y caza para consumo de su carne o elaboración de artesanías. Algunas especies, como el tatú carreta (Priodontes maximus), están en riesgo de extinción a nivel regional. Organizaciones ambientalistas subrayan la necesidad de protegerlos, no solo por su rol ecológico, sino también por su valor cultural y patrimonial.
Una identidad que debemos preservar
El Día Internacional del Armadillo -que se celebra cada 13 de agosto- invita a reflexionar sobre cómo nuestras prácticas cotidianas impactan en la fauna nativa. Resguardar a la mulita, al pichi, al peludo o al quirquincho no es solo conservar un animal: es proteger una parte de la identidad argentina y de la memoria de sus pueblos.