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jueves 06 de marzo de 2025 - Edición Nº2198
Vet Market » Profesión » 5 mar 2025

CONVIVIR CON LA VIDA Y LA MUERTE

El impacto emocional de salvar una vida y el de no poder hacerlo

Salvar una vida es, sin duda, uno de los logros más gratificantes en la carrera de cualquier profesional de la salud. Por el contrario, el no poder lograrlo es una experiencia sumamente frustrante. Sobre estas emociones hablan destacados médicos veterinarios.


El acto de salvar una vida es un hito en la carrera de cualquier profesional de la salud, pero también una experiencia profundamente humana que conlleva una carga emocional significativa.

La sensación de haber hecho una diferencia tangible en la vida de un paciente genera una profunda satisfacción y un sentido de orgullo personal y profesional. Es el fruto de horas de estudio, experiencia y dedicación.

Lamentablemente, los profesionales de la salud también suelen enfrentarse a situaciones con desenlaces negativos que provocan consecuencias emocionales muy profundas.

La exposición constante a situaciones de vida o muerte, el sufrimiento ajeno y la impotencia ante ciertas circunstancias pueden dejar una profunda huella en la salud mental de estos profesionales. A pesar de su vocación y entrenamiento, estos individuos no son inmunes al impacto emocional que conlleva su trabajo.

 

¿Cuáles son las consecuencias emocionales de no poder salvar una vida?

- Estrés postraumático: Experiencias traumáticas recurrentes pueden desencadenar este trastorno, caracterizado por revivir el evento, evitar situaciones que lo recuerden y tener dificultades para conciliar el sueño.

- Síndrome de burnout: El agotamiento emocional, la despersonalización y la reducción de los logros profesionales son síntomas comunes de este síndrome, que puede llevar al desánimo y la pérdida de motivación.

- Culpa y ansiedad: A pesar de hacer todo lo posible, los profesionales de la salud y los rescatistas pueden sentirse culpables si no logran salvar una vida o si sienten que podrían haber hecho más.

 

El impacto emocional en la profesión Veterinaria

La profesión veterinaria esconde una realidad emocional compleja. Detrás de las batas se encuentran seres humanos que, día a día, se enfrentan a decisiones difíciles y viven experiencias que marcan sus vidas.

Cuando los tutores entregan su animal en manos del profesional veterinario, depositan en ellos su confianza y esperanza. Esta presión, sumada a la responsabilidad de tomar decisiones médicas cruciales, genera en los profesionales un estrés considerable.

 

¿Qué sienten los veterinarios al salvar la vida de un paciente y qué al no poder hacerlo?

Testimonios de los profesionales:

 

Dra. Valeria Savastano

Presidente del Círculo de Veterinarios de Hurlingham.

 

"Son momentos complejos a lo que los médicos veterinarios debemos estar preparados, sabiendo que ambas situaciones son posibles y que la balanza se inclinara de un lado u otro dependiendo de múltiples circunstancias o factores. Algunos controlables o manejables; otros no.

Ante el primer evento, salvar la vida de nuestro paciente, el primer sentimiento que me envuelve es de logro y de satisfacción máxima. Es la sensación que todo el esfuerzo valió la pena y que podemos aun continuar intentando los pasos que siguen. Porque es importante recordar que “salvar una vida” no es devolver la salud, es solo mantener vivo.

Los veterinarios somos muy exigentes con esto. Los pacientes deben estar vivos para avanzar a estados de bienestar. El máximo posible que le podamos brindar, según la limitación que la circunstancia patológica nos imponga.

En cambio, ante la situación compleja del deceso de nuestro paciente, los veterinarios sentimos frustración y mucha angustia. Sabemos que trabajamos con “sistemas”. Que detrás de ese animal siempre hay una familia. Son situaciones difíciles de manejar a veces, donde requiere contención al grupo y mucho temple profesional. Luego, los profesionales terminamos agotados, cansados, angustiados e inevitablemente, repasando los hechos.

Los veterinarios somos profesionales severos con nosotros mismos, que realizamos mucha autocritica silenciosa sobre nuestro trabajo diario y llevamos estas angustias fuera de horarios laborales (las cargamos, hasta que logremos procesarlas).

Así, como un médico terapista, los veterinarios pasamos estas situaciones antagónicas, a veces a diario. En un mismo día podemos enfrentar dos sucesos opuestos de igual intensidad. Esto nos capacita, pero muchas veces nos agota emocionalmente. Seamos conscientes de esto cada vez que hablemos con un médico veterinario".

 

Dr. Enrique Marín

Cirujano, docente, investigador, conferencista y escritor.

 

"A pesar de tener 40 años de profesión tengo la misma satisfacción de salvar la vida de un ser sintiente como el primer día y el mismo dolor cuando no lo logro, pero a su vez soy consciente de que hice todo lo posible profesional y éticamente para ayudarlo".

 

Prof. Dr. Juan Enrique Romero

Coordinador Nacional del Programa Protenencia. Director del Observatorio del Vinculo Humano Animal (UNAJ).

 

"Salvar una vida es la sensación de sentir el deber cumplido. Es una emoción indescriptible.

Estoy por cumplir 50 años de profesión y como especialista en clínica de animales pequeños, tengo muy claro que no solo atiendo perros y gatos, sino que atiendo vínculos.

Salvarle la vida a un animal o hacérsela más llevadera y más feliz, es sin lugar a dudas una sensación de absoluta plenitud y de profunda satisfacción.

Por el contrario, no poder hacer nada para evitar la muerte de un animal o la de tener que recurrir a la eutanasia médica es algo que no he podido superar en los casi 50 años de profesión.

Es una sensación horrible la de sentir que te faltan recursos y sobre todo cuando se trata de la falta de los recursos económicos de los tutores del paciente para llevar a cabo adelante determinadas cuestiones que podrían por lo menos extenderle la vida del animal de manera digna.

De cualquier manera, la sensación de la muerte de un paciente es algo que me afecta y me duele profundamente, como si me pasara con mis propios animales de compañía o como si me pasara con cualquiera de los afectos cercanos.

Si no tenés empatía con tus pacientes, siempre digo lo mismo y se lo dije toda la vida a mis alumnos, mejor hacete escribano que los papeles no tienen sentimientos".

 

Dr. Leonardo Sepiurka

Presidente de la Sociedad de Medicina Veterinaria Argentina. Presidente de la Asociación Argentina de Bienestar Animal. Docente.

 

"En el ejercicio de la profesión en el área de la clínica y cirugía de animales de compañía uno debe atender con esmero y profesionalismo a todos y cada uno de los pacientes, ya que las enfermedades cursan acordes al estado y recursos de cada organismo con respuestas individuales. 

Más allá de ejercer con las reglas que impone una buena praxis, se va estableciendo un vínculo emocional con los animales y sus tutores, que nos obligan a esforzarnos tratando de brindar el mejor servicio, apelando al conocimiento y los recursos farmacológicos, quirúrgicos y a todo lo que la evolución positiva de la profesión y la industria nos brindan.

En mis 54 años de ejercicio profesional he debido atender casos de gravedad donde la vida del paciente está en riesgo, y lamentablemente en muchos casos los animales fallecen a pesar de todo el empeño aplicado.

Este duro trance afecta no solo al núcleo familiar al que se integraba el paciente, sino también a los profesionales que lo asistieron, abarcando a los demás profesionales y asistentes del equipo generando congoja y pesar, incluyendo un duelo también personal en el que inexorablemente nos involucramos hasta el llanto en no pocas ocasiones.

Por el contrario, y cuando el curso de enfermedades o el resultado de procedimientos y operaciones resulta exitoso, todos festejamos con la satisfacción del deber cumplido.

El esfuerzo y el empeño puestos en salvar vidas y respetando el principio de " primero no dañar" y tampoco caer en el ensañamiento médico tiene por contrapartida la gratificación y el reconocimiento que estimula a continuar en la senda del perfeccionamiento continuo, tratando de seguir salvando vidas".

 

Dra. María Teresa Chaher

Presidente de la Asociación Argentina de Medicina Felina AAMeFe.

 

"Salvar la vida de un paciente me genera una mezcla de las emociones más gratificantes de la vida, como satisfacción, felicidad, alivio. Pero sobre todo es el combustible que alimenta y refuerza mi pasión y compromiso con la profesión.

Perder un paciente me genera sentimientos de tristeza, dolor, impotencia, frustración.

Con el tiempo uno va aprendiendo a aceptar los límites de la medicina y a no dejar que estos sentimientos nos abrumen".

 

Dr. Sergio Sánchez

Especialista en cardiología y director del Centro Médico Veterinario La Angostura.

 

"Pensé que sería sencillo escribir mi experiencia sobre lo que se siente al salvar una vida, pero no lo es.

Muchas veces nos enfrentamos a situaciones extremas y tenemos que tomar decisiones drásticas en pocos segundos y de esas decisiones depende la vida y la muerte, a veces separadas por un hilo muy muy delgado.

Salvar una vida nutre el alma y da una sensación de paz interior, de deber cumplido, de satisfacción única que solo puede ser contrarrestada cuando lamentablemente no lo logramos.

Sabemos muchas veces que nos enfrentamos a situaciones extremadamente complejas, pero igualmente lo intentamos y si no es posible, tratamos de que esa vida se vaya con el menor sufrimiento posible, sabiendo con certeza que entregamos todo, pero que hay cosas inevitables.

No poder salvar una vida siempre nos deja un sabor amargo, aunque sabemos que morir es parte de la vida.

Salvar una vida y perderla son actos inigualables, para lo que nos formamos todos los días".

 

El impacto emocional a largo plazo

La exposición constante a situaciones de vida o muerte, así como la necesidad de contener las propias emociones para brindar apoyo a los clientes, puede tener consecuencias a largo plazo en la salud mental de los veterinarios. El síndrome de burnout, la fatiga por compasión y los trastornos de ansiedad son algunos de los problemas más comunes que afectan a estos profesionales.

Cabe señalar que la profesión veterinaria es una de las que registra mayor tasa de suicidios. Esto está relacionado a tensiones y frustaciones por sus pacientes, pero también por el desgaste, maltrato, acoso y "escraches mediaticos", por parte de algunos tutores.

Es fundamental reconocer el gran impacto emocional que tiene esta profesión y brindar a los veterinarios las herramientas necesarias para cuidar de su propia salud mental. Esto incluye programas de apoyo psicológico, espacios para compartir experiencias y la creación de una cultura laboral más comprensiva y empática.

 

 


 

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