Somos una de las profesiones que más fracasa
El 80% de las Veterinarias no llega a los 10 años de vida
Cuando el emprendimiento debe estar firme, instalado, y con clara tendencia al crecimiento y/o expansión, pasa lo contrario, lo cerramos, bajamos las persianas para no abrirlas nunca más. Cuesta decirlo y duele decirlo, pero hay que hacerlo.
¿Porque fracasamos?
Consultados los colegas, el 80% responde que cierra fundamentalmente por 2 motivos: el primero es por fallas en la gestión del emprendimiento y el segundo es porque nos cansamos de la “gente”. Puede ser uno o ambos, pero son las mayores causas de fracaso en nuestro país.
No hay causas relacionadas a falta de habilidades médicas, es decir, no fracasamos porque no sabemos diagnosticar una insuficiencia renal, un problema cardíaco o porque no sabemos realizar algún procedimiento quirúrgico, fracasamos a pesar de tener habilidades médicas perfectamente desarrolladas. Esto habla a las claras que hoy por hoy con las habilidades médicas no alcanza para “triunfar” en la profesión.
Sigámonos preguntando porque, y las respuestas vienen de la “cuna”. En las Universidades nada se enseña de gestión de la clínica de pequeños animales y mucho menos se instruye al futuro colega en competencias que tengan que ver con atención (la atención es el “músculo” de la empatía) empatía y compasión. Nada vemos de estrategias comunicacionales, salimos de la Facultad sin saber cómo comunicarnos con la “gente” y nos cuesta entender a esa gente… que son los propietarios de nuestros pacientes. Casi siempre sabemos que es lo que necesita nuestro paciente, pero el desafío es entender que necesita el propietario, y precisamente esa es la base de la atención compasiva, satisfacer las necesidades médicas de nuestro paciente y las no médicas de su propietario.
Generalmente nos cansamos de lo que no entendemos y no los entendemos porque no los escuchamos. Estamos en un mundo tan lleno de información que ese exceso de información crea un déficit de atención, y si estamos escasos de atención difícilmente seamos empáticos, nos es imposible comprender que es lo que está sintiendo ese propietario, que nivel de urgencia tiene, qué nivel de angustia o qué nivel de enojo padece y si no comprendemos como se siente o que siente en ese momento, nuestra respuesta será insatisfactoria… y si es insatisfactoria, disminuyen las posibilidades que vuelva a nuestro establecimiento, y se empiezan a resentir las “tasas de retorno”.
Entonces conociendo los motivos por los cuales no nos va bien, tenemos que elaborar estrategias para revertir la situación. Se desprende de este razonamiento, que tenemos que empezar a pensar estratégicamente.
El pensamiento estratégico reúne a 3 factores:
1) reconocer oportunidades en el mercado
2) desarrollar ventajas competitivas
3) desarrollar estrategias comunicacionales (para que conozcan nuestras ventajas competitivas, para comunicarnos con los propietarios de nuestros pacientes y para comunicarnos con los miembros de nuestro equipo de trabajo).
De los 3 factores, creo firmemente que la comunicación es nuestro mayor déficit como profesionales, y es grave porque encima que lo hacemos mal, creemos que lo hacemos muy bien. Doble error.
¿Se preguntaron porque un propietario dio 1 comprimido de cefalexina 500 mg cada 12 hs cuando la indicación para su perro de 35 kg era 2 comprimidos cada 12 hs?
¿Por qué habiéndole dicho que el atb debía darse por 20 días mínimo para la piodermia, se lo suspendieron a los 7 días “porque lo vieron bien”?
¿Por qué a un paciente con insuficiencia renal crónica le dan carne de vaca cuando les “dijimos” que no lo hagan?
¿Por qué a un cardiópata lo hacen “correr”, cuando les explicamos la severidad de la enfermedad?
Podemos responder de 2 maneras, la primera: porque la gente está loca, la segunda porque fallamos en la comunicación. Cual creen ustedes que es la respuesta… fallamos en la comunicación!!!
El mundo cambia a velocidad “liebre” y los planes de estudio de las Universidades de Veterinaria cambian a velocidad “tortuga”, el colega joven sale muy preparado para saber que hacer frente al problema de salud de su paciente, pero nadie le avisa que ese perro viene “con un dueño” al que hay que escuchar y entender primero, para que después nos escuche y nos entienda a nosotros.
En un mercado hipercompetitivo está demostrado que con las habilidades medicas no alcanza y ese plus que puede significar la diferencia entre el éxito y el fracaso está relacionado con la gestión de la clínica veterinaria como una empresa y con la introducción de las neurociencias en el consultorio veterinario. Hay que abrirle la puerta a las neurociencias, se van a apasionar.
Debemos desarrollar habilidades que muchas veces son transversales a muchas profesiones, comunicarnos mejor, trabajar en equipo, fomentar la conectividad colectiva, hacer nuestros pensamientos más flexibles, debemos fomentar el colaboracionismo por sobre la competencia en nuestros equipos de trabajo. Debemos hacer de nuestro entorno de trabajo un lugar agradable, reírnos más, liberar más serotonina, dopamina y endorfinas (hormonas de la motivación, las sensaciones satisfactorias y la perseverancia para lograr metas) y menos adrenalina y cortisol (hormonas del estrés). Podemos hacerlo, tenemos el poder para hacerlo. Podemos desarrollar la profesión que amamos al más alto nivel y disfrutarla cada día. Podemos brindar en nuestro consultorio una experiencia única para ese propietario. Podemos hacer sentir único a ese propietario.
Podemos hacer muchas cosas, porque tenemos el poder para hacerlas, tenemos el poder sano e inconmensurable de amar a los animales y lo más importante de todo, tenemos el poder para ser felices. Usémoslo.
Autor:
Javier Paoloni
Médico Veterinario. MP (Pcia. de Córdoba) 1584
Director de Veterinaria Vida
Diplomado en Competitividad en las Organizaciones del Siglo XXI
Diplomado en Gestión Empresarial
Diplomado en Herramientas para la Planeación Estratégica