La resistencia a los antimicrobianos (RAM), se ha convertido en uno de los problemas de salud más apremiantes de nuestro tiempo. 

La resistencia a los antimicrobianos ha llevado a la aparición de las llamadas “superbacterias”, que representan un desafío para los trabajadores de la salud, los veterinarios y otros proveedores de salud animal debido a la reducción de opciones terapéuticas efectivas para prevenir, controlar y tratar enfermedades infecciosas. Los animales y los humanos se vuelven indefensos, una vez más, ante la infección. 

Al revertir décadas de progreso, la resistencia a los antimicrobianos es uno de los mayores desafíos de salud global de nuestro tiempo. Es una carrera entre humanos, que intentan curar enfermedades, y gérmenes como las bacterias, que evolucionan para sobrevivir. 

Los antibióticos actúan matando o limitando el crecimiento de las bacterias que enferman a los humanos y a los animales. Curan enfermedades de los animales como la mastitis en vacas lecheras, infecciones del tracto respiratorio y urinario en perros o infecciones estreptocócicas en peces y son clave para reducir el sufrimiento y la muerte de los animales. Sin embargo, las bacterias son muy buenas para adaptarse a su entorno con el tiempo. Mediante mutaciones genéticas aleatorias y la transferencia de rasgos de resistencia a los antimicrobianos, a veces pueden adquirir genes que les permitan sobrevivir a los medicamentos destinados a matarlos. 

A través de la selección natural, nuevas variantes resistentes pueden prosperar y propagarse. Cada vez que se utilizan antibióticos, las bacterias tienen la oportunidad de desarrollar resistencia. ¿Significa esto que deberíamos dejar de usar antibióticos? En absoluto, pero sí significa que debemos utilizarlos de forma responsable y sólo cuando sea necesario.  

Los antibióticos son vitales para la salud global y dejar de usarlos cuando esté médicamente justificado no es una opción. Es nuestro deber preservar la salud y el bienestar animal. Sin embargo, en demasiados casos se hace un mal uso de los antibióticos, lo que crea innecesariamente las condiciones en las que puede surgir resistencia a los medicamentos. Usar un antibiótico para tratar una infección viral de una vaca, por ejemplo, no será de utilidad para la vaca, ya que los antibióticos son eficaces contra las bacterias pero no contra los virus. A veces también se abusa de los antibióticos para promover el crecimiento en los animales productores de alimentos. El mal uso y el uso excesivo podrían hacer que los antibióticos causen más daño que bien. Pero al usar estos medicamentos de manera responsable (y sólo cuando sea necesario) podemos reducir las posibilidades de que los patógenos desarrollen resistencia y proteger la salud de los seres humanos, los animales, las plantas y el medioambiente. La solución: prevención y uso responsable de antimicrobianos.

La lucha contra la resistencia a los antimicrobianos es una tarea verdaderamente global y debe abordarse mediante el enfoque de Una Salud. Por este motivo es crucial la colaboración entre los sectores que se ocupan de la salud humana, animal, vegetal y medioambiental.  

Reduciendo el uso excesivo de antimicrobianos en humanos, animales y plantas podremos lograr una mejor salud global.