Un equipo de investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) desarrolló prototipos de alimentos (budines, panes y pastas) utilizando entre un 10 y en 20 % de grillo en polvo.

Una encuesta realizada recientemente por estos organismos dio como resultado que más del 60 % de los consumidores aceptaría el uso de insectos en polvo como ingrediente culinario.

Gabriela Gallardo, directora del trabajo e investigadora en el Instituto de Tecnología de Alimentos del INTA, señaló que “entre estos prototipos, ya hicimos panificados, barras de cereales y logramos elaborar pastas que cuentan con un alto contenido de proteínas, según las normas de rotulado nutricional del Código Alimentario Argentino (CAA)”.

Polvo de grillos

Para esta investigación se utilizaron grillos de la especie Gryllus assimilis. Las muestras fueron secadas, molidas y tamizadas hasta obtener un polvo de características similares a las de la harina de trigo.

Los especialistas destacan el alto aporte nutricional y contenido proteico de esta fuente alternativa y sustentable de alimentación.

En un mundo cada vez más habitado, la producción de alimentos gana protagonismo y plantea nuevos desafíos. Así es que alimentar a 8.000 millones de habitantes requiere de alternativas que se sumen a las ya conocidas. Para esto, las fuentes de proteínas de alta calidad nutricional ocupan un rol transcendental.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), promueve la inclusión de insectos en las dietas por sus beneficios nutricionales, socioeconómicos y ambientales.

Un informe de la FAO explica la contribución de los insectos a la seguridad alimentaria, los medios de vida y el medioambiente. Describe entre las ventajas, que los insectos pueden criarse en todas partes, se reproducen rápidamente y poseen tasas elevadas de crecimiento y conversión de piensos, además de un reducido impacto ambiental durante su ciclo de vida. Son nutritivos, ya que contienen niveles elevados de proteínas, grasas y minerales. Además, pueden consumirse enteros o molidos, en forma de polvo o pasta, e incorporarse a otros alimentos.

La cría de insectos para consumo humano está generando en los últimos años un gran interés en el sector agroalimentario de distintos países, donde ya se observa una creciente oferta de productos a base de insectos.

En Argentina, los establecimientos de cría de insectos para consumo animal están regulados por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), pero no existe todavía un marco normativo que regule la cría ni la producción y comercialización de insectos y sus derivados para consumo humano.

(Con información del INTA)