El demonio o diablo de Tasmania (Sarcophilus harrisii) es un marsupial que en la década de 1990, la especie se vio afectada por un cáncer de boca contagioso y mortal, que provocó que la única población salvaje que quedaba, en el estado insular australiano de Tasmania, se redujera de 150.000 a sólo 25.000 ejemplares. También fueron el blanco de cazadores furtivos y de ataques de dingos (una subespecie de lobo propio de Australia).

Estos animales pueden llegar a pesar unos 8 kilos y tienen un pelaje marrón y negro. Son famosos por ser muy salvajes y por contar con poderosas mandíbulas, capaces de despedazar enormes cadáveres en apenas unos minutos.

En el esfuerzo por querer salvar a la población de demonios de Tasmania, (especie en peligro de extinción), el Programa Save the Tasmanian Devil (iniciativa conjunta de los gobiernos de Australia y Tasmania), se introdujeron en el año 2012 unos 26 ejemplares en la Isla María. Una pequeña isla montañosa de la costa este de Tasmania, de tan solo 115,50 km² que conforman el Parque Nacional Isla María.

Los demonios de Tasmania se reprodujeron rápidamente y aumento su población, pero lo hizo a costa de exterminar a los miles de pingüinos que habitaban la isla.

Según el grupo de conservación BirdLife Tasmania, la población de pingüinos azules (Eudyptula minor) que habita la isla–unas 3.000 parejas-, desapareció por completo. Lo mismo sucedió con una colonia de pardelas, una especie de ave marina, según un artículo publicado el año pasado en la revista Biological Conservation.

Algunos conservacionistas y científicos habían advertido que la introducción de los demonios de Tasmania podría provocar un impacto negativo en otras especies de vida silvestre del lugar.

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