Proyecto Guacamayo Rojo
El Ecoparque cría dos pichones de guacamayo rojo para luego liberarlos en el Iberá
Los pichones criados en el Ecoparque de Buenos Aires no tienen interacción con personas para que la inserción en su ambiente natural sea lo más exitosa posible.
A partir de la transformación del Zoológico de Buenos Aires, el Ecoparque reproduce ejemplares autóctonos con el único fin de liberarlos en zonas donde las poblaciones estén disminuidas o estén extintas y así fortalecer la biodiversidad en todo el país.
Este es el caso de dos pichones de guacamayo rojo que se liberarán en el Parque Nacional Iberá dentro del Programa de Repoblación del Guacamayo Rojo realizado en conjunto con la institución Rewilding Argentina.
El programa de repoblación de estas aves se suma al de los tapires y el de cóndores que cuentan con mucha y exitosa experiencia.
Las dos crías de guacamayos, que se encuentran en buen estado de salud, podrán ser trasladadas a los Esteros del Iberá cuando sean completamente independientes para alimentarse por sí mismas, lo que suele ocurrir entre los 4 y los 5 meses de vida.
Cómo es el proyecto de cría en aislamiento
Debido a que la finalidad es liberarlos en el lugar al que pertenece la especie, el contacto humano se debe reducir al máximo.
Los pichones no deben ver figuras humanas en la mayoría de sus manejos. Para ello se utilizan títeres durante la alimentación, mangas y capuchas negras, vidrios espejados, así como cortinas y cualquier otro elemento que permita desdibujar la imagen de las personas al tener contacto con los ejemplares, o bien impedirlo totalmente.
Los manejos llevados a cabo durante el proceso de alimentación, limpieza y la obtención del peso deben efectuarse en condiciones de aislamiento humano, mientras que el control sanitario puede realizarse en contacto directo, reduciendo al máximo el tiempo de manipulación de los ejemplares.
Durante el proceso tampoco se debe emitir ningún tipo de vocalización al momento de realizar manejos con los pichones y se debe intentar mantenerlos en grupo, siempre y cuando esto se encuentre dentro de las posibilidades.
Durante el día, se les hace escuchar grabaciones de ejemplares adultos de la especie, para que los pichones reconozcan los sonidos característicos que emite su especie desde edades tempranas.
Luego de aproximadamente los 80 días de vida criados en aislamiento, será necesario contar con, por lo menos, un adulto de la misma especie para que cumpla la función de nodriza, proporcionándoles a los pichones un modelo a seguir, a fin de que los mismos aprendan las vocalizaciones y los comportamientos adecuados.
El grado de interacción entre el ave nodriza y el pichón difiere en cada situación, pudiendo desempeñar un papel activo en el cuidado de sus crías “adoptadas”, alimentándolas o acicalándolas, o sólo estando en recintos contiguos mediante separación física, para que los pichones puedan realizar el imprinting visual con la especie apropiada.
El uso de títeres sigue el objetivo de “no imprimir rasgos humanos a los pequeños guacamayos”. Los títeres, con forma de guacamayo, comienzan a ser utilizados para la alimentación de los pichones alrededor de los 20 días de vida, momento aproximado en el cual ya tienen sus ojos completamente abiertos.
Los muñecos también serán utilizados antes de que abran los ojos para poder habituarse al manejo necesario para el momento crítico de su utilización, la alimentación.