COVID-19
El uso de anteojos contribuye en la prevención de contagio del SARS-CoV-2
Un estudio indica que las personas que usan normalmente anteojos, al menos 8 horas al día, tienen menos posibilidad de contagiarse de COVID-19.
Los especialistas sostienen que hasta que se disponga de una o más vacunas o agentes terapéuticos eficaces, las medidas básicas de prevención, como el enmascaramiento universal, el distanciamiento físico y la higiene de las manos, es la forma recomendada para protegerse ante la COVID-19.
En forma adicional a las mascarillas la protección de gafas y/o caretas o pantallas faciales contribuirían a la protección personal, dado que el virus puede ser transmitido por micro gotitas no solo por las fosas nasales y la boca, sino también por los ojos.
Informes indican que a pesar de que cerca del 80% de la población en China usa anteojos, la mayoría de las personas que ingresaban a los hospitales por COVID-19 no los usaban.
A partir de estos datos, el estudio concluye que usar anteojos más de 8 horas al día puede proteger contra la infección por SARS-CoV-2, y plantea la hipótesis de que esto puede deberse a que los anteojos actúan como una barrera. No obstante, los investigadores advierten sobre posibles consecuencias no deseadas antes de concluir que las personas deben usar anteojos para prevenir el COVID-19, ya que el uso de gafas protectoras puede suponer un mayor riesgo de tocarse los ojos con más frecuencia y potencialmente contaminarlos al quitar, reemplazar o ajustar la protección ocular, especialmente si una persona no está acostumbrada a usarla.
Cuando la distancia física entre las personas es de dos metros o más, la necesidad de utilizar gafas o pantallas faciales ya no sería necesaria.
Estudios han demostrado que las personas normalmente se tocan los ojos de manera involuntaria unas 10 veces por hora. Los ojos generalmente carecen de protección y se ha encontrado una abundancia del receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 del receptor del SARS-CoV-2 en la superficie ocular, a través de la cual el SARS-CoV-2 puede ingresar al cuerpo humano.
El virus también puede transportarse a la mucosa nasal y nasofaríngea a través de la irrigación continua del conducto lagrimal, provocando una infección respiratoria. Según las estadísticas disponibles, entre el 1% y el 12% de los pacientes con COVID-19 tienen manifestaciones oculares. Se detectó SARS-CoV-2 en lágrimas o en los sacos conjuntivales de pacientes con COVID-19 y se informó que algunos oftalmólogos se infectaron durante el tratamiento de rutina.