Destacado de la revista Vet Market Nº 127
Eje intestino-cerebro y nutrición: ¿La dieta de las mascotas puede influir sobre su comportamiento?
Cómo interactúan la microbiota intestinal y el sistema nervioso central modificando la conducta de perros y gatos. Qué es el “segundo cerebro”. Cuáles son los nutrientes que pueden modular el comportamiento de estos animales. Autor: M.V. Julio Bernal - Depto. Técnico GEPSA Petfoods.
M.V. Julio Bernal Depto. Técnico GEPSA Petfoods
En el intestino de los perros y los gatos habita normalmente una enorme población microbiana compuesta por trillones de bacterias, levaduras y hongos. El desarrollo correcto y equilibrado de este microbioma entérico es fundamental para mantener la buena salud de este órgano y para mejorar la asimilación de los nutrientes de la dieta. Pero el rol de estos microorganismos no se limita únicamente al ámbito del sistema digestivo. Debido a que están intercomunicados con el sistema nervioso central y con el sistema inmune también influyen sobre el comportamiento y sobre las defensas naturales de las mascotas (2).
El microbioma intestinal y el cerebro de las mascotas están interconectados
Las bacterias que conforman el microbioma entérico se diferencian en dos grupos antagónicos: los microbios “benéficos” y los “dañinos”. En condiciones normales, la población de ambos bandos se encuentra en equilibrio lo que contribuye a conservar la salud intestinal. Pero el tipo de dieta que consumen las mascotas puede influir y alterar dicho balance. Según el perfil de nutrientes que contenga un alimento, este puede favorecer selectivamente el crecimiento de las bacterias “buenas” e inhibir el desarrollo de las “malas”, o viceversa. De esta forma, al influir sobre la composición de la microbiota intestinal, interconectada con el sistema nervioso central, el tipo de dieta también puede ejercer cambios en el comportamiento del hospedador.
La conducta está regulada por neurotransmisores y hormonas, y los cambios en la disponibilidad de sus precursores pueden influir sobre el comportamiento (1). El triptófano es un aminoácido precursor de la serotonina, un poderoso neurotransmisor vinculado con distintos aspectos del comportamiento de las mascotas como la agresividad, la ansiedad y el estrés, entre otros. Se estima que entre el 80 al 90 % de la serotonina del organismo se encuentra en el tracto gastrointestinal. El microbioma produce triptófano, que afecta los niveles de serotonina y por lo tanto el comportamiento relacionado con este neurotransmisor. Un estudio realizado en perros de raza Pit Bull divididos en dos grupos, unos que manifestaban agresividad entre pares y otros que no eran agresivos entre sí, demostró que cada grupo tenía una composición de especies de bacterias distinta en su microbioma intestinal (4). Una de las conclusiones de esta investigación, realizada por la Universidad de Oregon, fue que “la manipulación del microbioma intestinal en perros agresivos por medio de la dieta, por ejemplo con la incorporación de probióticos, puede disminuir este comportamiento.”
“Segundo cerebro”
La comunicación entre el cerebro y la microbiota intestinal se realiza a través de una extensa red integrada por diversas estructuras como el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso parasimpático, el eje hipotalámico-hipofisiario-adrenal y el nervio vago, entre otras. En conjunto conforman un sistema dinámico conocido como “eje intestino-cerebro” (EIC) que funciona en sentido bidireccional a través de señales químicas conducidas por mediadores neuro-inmuno-endócrinos (5). De esta forma, a través del EIC el cerebro envía señales eferentes al intestino que pueden modificar su funcionamiento (motilidad, absorción, secreción, etc.). Al mismo tiempo, recibe influencia desde el microbioma a través de mediadores químicos aferentes que pueden modular aspectos del comportamiento (ansiedad, agresividad, estrés, etc.).
El sistema nervioso entérico consiste en una compleja red integrada por unas 100 millones de neuronas ubicadas en la pared intestinal, todo a su largo. Esta enorme cantidad de células nerviosas es mayor que la se encuentra en la médula espinal o en el sistema nervioso periférico y, por esta razón, algunos lo denominan también como el “segundo cerebro”. Si bien el sistema nervioso entérico interactúa con el sistema nervioso central, el primero tiene la capacidad de regular en forma autónoma el funcionamiento intestinal. También se vincula con el sistema inmune por medio del sistema linfoide asociado al intestino. Alrededor del 70 % de las células del sistema de defensa del organismo se encuentra allí.
El eje intestino-cerebro comunica a la microbiota con el sistema nervioso central
Dieta y comportamiento
No es frecuente que el manejo nutricional de las mascotas se tenga en cuenta dentro de las distintas acciones posibles para el abordaje de ciertos problemas de conducta. No obstante, existen varios ejemplos sobre las interacciones que hay entre el tipo de dieta y la modulación del comportamiento animal.
Los ácidos grasos polinsaturados (AGP), en especial el DHA (ácido docosahexaenoico), cumplen un rol importante en el desarrollo del cerebro de perros y gatos. La suplementación de la dieta de las mascotas con AGP de la familia omega 3 y 6 puede modificar aspectos del sistema dopaminérgico y serotoninérgico y, en consecuencia, influir sobre el rendimiento cognitivo y el comportamiento de estos animales (1). Según un estudio realizado con 48 cachorros de raza Beagle, de entre 8 a 52 semanas de vida, “la fortificación dietética con aceites de pescado ricos en DHA mejoraron las funciones cognitivas, de memoria, psicomotoras, inmunológicas y retinianas en los perros en crecimiento” (7). Otro estudio realizado por investigadores canadienses en perros de la misma raza que manifestaban temor al sonido de los truenos demostró que el aporte en su dieta de hidrolizado proteico de pescado (omega 3) logró reducir esta conducta y disminuir los niveles en sangre de cortisol, la principal hormona que el organismo libera como respuesta a situaciones de estrés (6).
El aporte de fibras prebióticas en la dieta (fructooligosacáridos, inulina, pulpa de remolacha) contribuye en forma selectiva con el desarrollo de la población de bacterias “buenas” del microbioma, en particular Lactobacillus y Bifibacterium. Al llegar al intestino grueso estas fibras son atacadas por las bacterias y debido a ello fermentan produciéndose ácidos grasos de cadena corta o volátiles (AGV). Los AGV cumplen múltiples funciones, la mayoría relacionadas con la buena salud intestinal, pero también modulan la secreción de serotonina enteroendócrina. Según un estudio realizado por investigadores irlandeses, el aporte de fructooligosacáridos y galactooligosacáridos a la dieta de animales de laboratorio demostró influir sobre su comportamiento, logrando efectos ansiolíticos y mejor adaptación frente al estrés (8).
La suplementación de la dieta de las mascotas con bacterias probióticas tiene un efecto positivo en el manejo de perros con diferentes manifestaciones de trastornos de ansiedad (ladridos excesivos, hiperactividad, fobias a ruidos, temor frente a extraños, etc.). En un ensayo realizado sobre 24 perros de raza Labrador Retriever con trastornos de ansiedad se observó que el aporte del probiótico Bifidobacterium longum en la alimentación diaria provocó una reducción significativa de estas conductas (3).
La modulación del microbioma intestinal por medio de la dieta resulta una herramienta de ayuda clínica para el abordaje de ciertos problemas de conducta en los perros y gatos. En este sentido, el manejo nutricional adecuado de estas mascotas contribuye con el bienestar animal y ayuda a mejorar su relación tanto con sus pares de la misma especie como con los miembros humanos del grupo familiar.
Bibliografía:
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“Impact of nutrition on canine behavior: Current status and possible mechanisms”. Guido Bosch et al. Nutrition Research Reviews 20(2):180-94 · January 2008.
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“Microbiota and the gut-brain axis”. John Bienenstock et al. Nutrition Reviews vol. 73 (S1): 28-31, 2019.
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“Oiling the Brain” or “Cultivating the Gut”: Impact of Diet on Anxious Behavior in Dogs”. Ragen Mc Gowan. Companion Animal Nutrition Summit, 2 April, 2016, Florida, EE.UU.
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“The gut microbiome correlates with conspecific aggression in a small population of rescued dogs (Canis familiaris)”. Nicole S. Kirchoff et al., (2019), PeerJ, DOI 10.7717/peerj.6103.
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“The gut-brain axis: interactions between enteric microbiota, central and enteric nervous systems”. M. Carabotti et al. Annals of Gastroenterology (2015) 28, 203-209.
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“Assessment of noise-induced fear and anxiety in dogs: modification by a novel fish hydrolysate supplemented diet”. Gary Michael Lansberg, et al. Journal of Veterinary Behavior, 10 (2015) 391-398.
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“Evaluation of cognitive learning, memory, psychomotor, immunologic, and retinal functions in healthy puppies fed foods fortified with docosahexaenoic acid–rich fish oil from 8 to 52 weeks of age”. Steven C. Zicker et al. J Am Vet Med Assoc 2012; 241:583–594.
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Targeting the Microbiota-Gut-Brain Axis: Prebiotics Have Anxiolytic and Antidepressant-like Effects and Reverse the Impact of Chronic Stress in Mice. Burokas A. et al. Biol Psychiatry. 2017 Oct 1; 82(7):472-487.