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Vet Market » Divulgación » 16 feb 2020

Investigación

Una rata vivió dos años prácticamente sin cerebro

Científicos descubrieron que una de las ratas que tenían en su laboratorio había vivido prácticamente sin cerebro a pesar de que nunca habían tenido indicios de ello ya que caminaba, veía, olía y sentía como las demás ratas.


Investigadores de la Universidad del Nordeste de Boston, Estados Unidos, descubrieron que una de sus ratas de laboratorio había llevado una vida normal a pesar de prácticamente no tener cerebro.

El hallazgo se produjo cuando el equipo de investigadores liderado por el científico Craig Ferris, director del Centro de Neuroimagen Traslacional de la Universidad del Nordeste de Boston, estaba escaneando los cerebros de las ratas más viejas de su laboratorio. En ese momento descubrieron en las imágenes que en una de las ratas no se observaba el cerebro, a pesar de que podía caminar, ver, oír, oler y sentir como las otras ratas.

El cerebro de esta rata, llamada R222, había sido afectado por una afección llamada hidrocefalia, lo cual había comprimido y colapsado el cerebro a medida que se llenaba de líquido, y muchas de las funciones que normalmente se llevarían a cabo en el cerebro se habían reubicado en áreas que no eran absorbidas por el líquido. Esto proporcionó las herramientas para que Ferris, investigara qué tan poderoso permanece el cerebro, incluso cuando hay poco espacio. Al respecto, Ferris señaló "esto podría incluso influir en el objetivo siempre presente del aprendizaje automático: ¿qué tan pequeño puede ser y aún hacer el trabajo?".

"Resulta bastante pequeño, al menos en el caso de R222, pero este uso eficiente del espacio depende de la capacidad del cerebro para reorganizarse. Esta capacidad, conocida como neuroplasticidad, es un fenómeno ampliamente documentado, pero un ejemplo tan extremo es raro", señaló Ferris. Indicó también "en el caso de R222, el procesamiento de la información visual se distribuyó en gran parte del cerebro restante, y lo mismo con el olfato y el tacto. Lo que al principio los escáneres sugirieron que era una rata sin cerebro era en realidad una rata con un cerebro que había sido apartado y aplanado como un panqueque, y seguía funcionando".

 

 

 

 

El laboratorio había recibido originalmente a R222 como parte de un grupo de animales de prueba de Alexion Pharmaceuticals para un estudio sobre el envejecimiento.

El equipo de Ferris inició el estudio como suele hacerlo con cualquier proyecto similar, realizando escaneos preliminares de los animales. Mientras lo hacían, observaron en la pantalla la ausencia del cerebro de una de las ratas, la R222.

Al respecto Ferris señaló "fue uno de los milagros de la naturaleza, ya que vivir durante dos años es poco probable con una deformidad tan severa" Agregó, "tuvimos esta oportunidad única de tratar de entender cómo sobrevivió este animal, una hazaña que se hizo aún más impresionante por el hecho de que R222 básicamente actuó como cualquier otra rata: la adaptación exitosa a esta anormalidad extrema sugirió que el animal la tenía desde el nacimiento".

El equipo tuvo que medir cuán similar era R222 en realidad a las otras ratas de la cohorte. Para evaluar la memoria, los investigadores colocaron a cada animal en una caja de plexiglás para observar cómo respondía a un nuevo espacio y los objetos dentro de él. Luego observaron que las ratas navegaban por un laberinto en una exhibición adicional de memoria, así como de habilidades de aprendizaje espacial, y midieron el comportamiento físico mientras los animales caminaban por una barra de equilibrio. En todas menos una de estas tareas, R222 se desempeñó igual que las otras ratas.

La excepción fue explorar un entorno novedoso: las otras ratas se movieron y mostraron interés en su entorno, pero R222 se quedó

Al respecto de ello, Ferris indicó, "el último comportamiento no indicaría algo debilitante, ya que la falta de exploración es común entre los animales ansiosos. Por lo tanto, más allá de la posibilidad de que experimentara una mayor ansiedad, R222 funcionaba normalmente y, lo que es más importante, parecía normal a la vista".

Áreas del cerebro tan aparentemente cruciales como el hipocampo, que procesa la memoria, estaban tan distorsionadas que Ferris y su equipo ni siquiera pudieron identificarlas a la vista. Fue solo después de rastrear los químicos en el cerebro que pudieron verificar que, de hecho, el hipocampo era ese objeto aplastado y desplazado empujado hacia la parte posterior del cerebro.

"La parte inferior del tronco encefálico tenía todo colapsado. Este animal simplemente incumplió lo que la evolución le dio al principio, junto con todos los demás animales, para ayudarlo a sobrevivir. Para las ratas, eso es suficiente porque la mayor parte de su vida la pasan trabajando por la nariz", señaló Ferris.

 

Fuente y foto de portada: Northeastem University.

 

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