Los veterinarios están expuestos a riesgos de tipo físico, biológico, ergonométrico, químico, social, legal y psicológico.

Con respecto a los trastornos psicológicos uno de los más comunes es el síndrome del profesional quemado o burnout provocado por la presión laboral, como así también la fatiga por compasión que genera el hecho de tener que recurrir en algunas ocasiones a la eutanasia.

Por otra parte, estudios recientes han puesto de manifiesto que la tasa de suicidio entre los veterinarios es mayor que la de la población general; más de tres veces, según la Asociación Americana de Medicina Veterinaria.

Como si todo esto fuera poco a la presión laboral se suma la presión social por parte de clientes que, en ocasiones, llegan a atacar a los veterinarios de manera presencial o a través de los medios y las redes sociales.

Aspectos como el vocacional y el compromiso con la vida hacen grande a la profesión. Estas  características son las que le permiten sobreponerse a las adversidades y desempeñar su trabajo con idoneidad y compromiso social.