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jueves 30 de octubre de 2025 - Edición Nº2436
Vet Market » Divulgación » 19 oct 2025

Día de la Madre

El instinto maternal en el reino animal: la fuerza biológica del amor y la supervivencia

El instinto maternal es mucho más que una manifestación de ternura: es un complejo engranaje biológico que combina hormonas, aprendizaje y evolución. Desde una gata que adopta un cachorro hasta una elefanta que protege a su cría del peligro, la ciencia revela cómo la maternidad se expresa en múltiples formas y especies, asegurando la continuidad de la vida.


Más allá del afecto humano y las celebraciones, la maternidad animal representa uno de los comportamientos más universales y poderosos de la naturaleza. Este impulso, que garantiza la supervivencia de las crías y la perpetuación de las especies, está profundamente arraigado en la biología y respaldado por la neurociencia.

 

Un vínculo forjado por la biología

Lejos de ser un reflejo automático, el llamado “instinto maternal” es el resultado de una compleja interacción hormonal y cerebral.

La oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, desempeña un papel central. En la mayoría de los mamíferos -incluidos los humanos- sus niveles aumentan durante el parto y la lactancia, fortaleciendo el lazo madre-cría. Actúa sobre los centros cerebrales del placer y la recompensa, haciendo que estímulos como el olor, el contacto o las vocalizaciones de la cría resulten gratificantes para la madre y refuercen su conducta de cuidado.

La prolactina, por su parte, estimula la producción de leche y favorece la conducta maternal protectora. Ambas hormonas modifican la química cerebral, impulsando acciones instintivas como alimentar, lamer, acicalar o proteger a las crías ante cualquier amenaza.

En animales domésticos, este fenómeno es claramente visible: una perra que lame y acomoda a sus cachorros recién nacidos o una yegua que vigila atentamente al potrillo durante los primeros días de vida son ejemplos cotidianos del mismo principio biológico que mueve a una leona a enfrentar a un depredador.

 

La maternidad también se aprende

Aunque la base biológica es fundamental, la maternidad no siempre surge de manera automática ni perfecta. Estudios en primates, elefantes y carnívoros domésticos muestran que las madres primerizas suelen ser más torpes o inseguras en sus primeros cuidados. En muchas especies, la experiencia -propia u observada- cumple un papel clave.

La alopatria o aprendizaje por observación es frecuente en animales sociales. Hembras jóvenes que presencian el parto o la crianza de otras madres desarrollan más tarde conductas maternales más eficaces. Este fenómeno demuestra que la biología se entrelaza con el entorno y la experiencia, generando una maternidad dinámica, adaptable y perfeccionable.

 

Protección, adaptación y altruismo

El instinto maternal es, ante todo, una estrategia evolutiva de supervivencia. La necesidad de asegurar la continuidad genética lleva a muchas especies a manifestar una protección extrema.

Una osa polar puede ayunar durante semanas para no dejar a sus crías desprotegidas, y una gata callejera puede cambiar repetidamente de escondite para mantener a salvo a sus gatitos.

Sin embargo, este impulso también puede trascender las fronteras de especie. Se han documentado numerosos casos de adopciones cruzadas, donde hembras -perras, gatas, primates o incluso aves- cuidan crías ajenas. Los científicos atribuyen este comportamiento a la acción de la oxitocina y a la activación de los circuitos cerebrales del cuidado ante señales visuales o auditivas típicas de neonatos: movimientos torpes, sonidos agudos o rostros con proporciones infantiles.

 

Una fuerza que trasciende especies

El instinto maternal, lejos de ser un simple acto emocional, es una sofisticada expresión de la conexión entre cerebro, hormonas y evolución. En cada especie, desde el lamido de una loba hasta la mirada protectora de una vaca hacia su ternero, late el mismo principio: la vida buscando perpetuarse a través del amor y el cuidado.

En este Día de la Madre, vale la pena recordar que la maternidad -humana o animal- es una de las fuerzas más poderosas y universales de la naturaleza, un recordatorio biológico de que la supervivencia se escribe, literalmente, con amor.

 

 


 

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