Las moscas domésticas (Musca domestica) se han convertido en un problema creciente para la producción avícola nacional. Además de causar estrés y pérdidas productivas, actúan como vectores de agentes patógenos que afectan tanto a las aves como a los seres humanos. Sin embargo, los tratamientos químicos que históricamente las mantenían a raya están perdiendo eficacia.

Un estudio del CONICET, publicado en el Journal of Economic Entomology, confirmó que poblaciones de moscas de granjas bonaerenses desarrollaron mutaciones genéticas -denominadas kdr, kdr-his y super-kdr- que las vuelven resistentes a los insecticidas piretroides.

“Durante años se incrementaron las dosis de piretroides para controlar las moscas, lo que seleccionó individuos con capacidad de sobrevivir al tratamiento. Hoy esos productos dejaron de funcionar”, explicó Ariel Toloza, investigador del CIPEIN (CONICET-UNIDEF) y director del estudio.
Los análisis revelaron que el 87% de las moscas analizadas portaban al menos una de las mutaciones resistentes, lo que explica la pérdida de eficacia observada en campo.
Para la veterinaria y sanidad animal, el hallazgo tiene consecuencias directas. “Las moscas domésticas pueden transmitir virus como Newcastle, bacterias como Salmonella y parásitos que afectan a diversas especies. Su control es clave no solo para la producción, sino también para la salud pública”, señaló el investigador Gonzalo Roca-Acevedo, coautor del trabajo.

Ante este panorama, el equipo propone incorporar programas de manejo integrado de plagas (MIP) que combinen diversas estrategias:
- Eliminación periódica del guano y manejo de la materia orgánica.
- Uso de parasitoides y trampas de captura masiva.
- Rotación de principios activos no piretroides.
- Monitoreo genético temprano de resistencia.
“El desarrollo de un método rápido y económico para detectar estas mutaciones permitirá a los productores actuar a tiempo y evitar pérdidas”, agregó Toloza.
Los investigadores destacan que el futuro del control de moscas pasa por un manejo racional, con herramientas biológicas y químicas de bajo impacto ambiental, que aseguren la sostenibilidad sanitaria de las granjas avícolas.