Día Mundial de la Prevención del Suicidio
El costo invisible de sanar
En la profesión veterinaria, el riesgo de suicidio es alarmantemente alto, exponiendo una crisis de salud mental que permanece en las sombras. Cada 10 de septiembre, el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, nos invita a reflexionar sobre esta problemática y generar conciencia para que no haya un solo caso más, ni en el ámbito veterinario ni en ningún otro.
Detrás de la imagen de compromiso y amor hacia los animales, la profesión veterinaria enfrenta una realidad silenciosa: un índice de suicidio significativamente más alto que el promedio de la población general y de otras profesiones de la salud. Diversos estudios internacionales han señalado que los veterinarios presentan entre dos y tres veces más probabilidades de morir por suicidio.
La combinación de factores emocionales, económicos y sociales hace de esta una problemática compleja. El contacto diario con el sufrimiento animal y humano, la presión de los tutores de los animales, la carga de trabajo, los turnos extendidos y aspectos económicos, son elementos que configuran un cóctel de vulnerabilidad. A ello se suma un acceso cotidiano a fármacos letales, lo que incrementa los riesgos.
A pesar de que en Argentina no se cuenta con estadísticas oficiales diferenciadas por profesión que permitan cuantificar con precisión la tasa de suicidio en veterinarios, se menciona que el riesgo es de al menos 2,5 veces mayor que en la población general.
Varios estudios y encuestas locales revelan condiciones laborales que pueden influir directamente. Según una encuesta realizada por Vet Market se estima que en Argentina el 60 % de los veterinarios experimenta agotamiento laboral, lo que evidencia la magnitud del burnout en el sector.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que la prevención del suicidio requiere un enfoque integral: desde políticas públicas hasta la generación de redes de contención y el combate al estigma social. Hablar abiertamente de la salud mental en el ámbito veterinario no es solo un deber ético, sino una urgencia impostergable.
Este 10 de septiembre, la conmemoración del Día Mundial de la Prevención del Suicidio debe servir como un llamado a la acción. La profesión veterinaria -dedicada a sanar a otros seres vivos- necesita también ser cuidada. Reconocer la fragilidad de los sanadores es el primer paso para construir una cultura de cuidado colectivo en la que la vida, en todas sus formas, siempre tenga prioridad.