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martes 22 de julio de 2025 - Edición Nº2336
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20 de Julio - Día del Amigo

Amistades que traspasan especies: cuando un perro y un gato se convierten en mejores amigos

En el Día del Amigo, recordamos que la amistad no es un sentimiento exclusivo de los humanos. También en el mundo animal existen vínculos afectivos profundos, incluso entre especies diferentes como perros y gatos. ¿Qué dice la ciencia sobre estos lazos inesperados?


En muchas casas, perros y gatos no son enemigos naturales, sino todo lo contrario: son compañeros inseparables. Se buscan, juegan, duermen juntos y hasta parecen preocuparse el uno por el otro. Lejos de los viejos mitos de rivalidad, estas amistades “imposibles” son cada vez más comunes. Y la ciencia tiene una explicación.

Desde la biología y la etología -la rama que estudia el comportamiento animal-, los vínculos afectivos entre especies pueden entenderse como una combinación de evolución, aprendizaje y contexto social.

En términos biológicos, tanto los perros como los gatos son mamíferos con estructuras cerebrales similares a las humanas en lo que respecta a las emociones. En especial, el sistema límbico, donde se regula el apego y la conexión emocional. Allí se produce la oxitocina, la llamada "hormona del amor", que se libera en presencia de estímulos positivos como el contacto, el juego o el cuidado mutuo. Esta sustancia no distingue especies: un perro puede generar oxitocina al compartir una experiencia placentera con un gato, y viceversa.

Aprender a convivir

La clave, aseguran los etólogos, está en la socialización temprana. Si un cachorro de perro y un gatito se crían juntos en un entorno seguro, durante sus primeras semanas de vida, desarrollan la capacidad de aceptarse y formar un vínculo. A través del juego, la curiosidad y la repetición de experiencias positivas, aprenden que el otro no es una amenaza, sino parte de su "manada extendida".

Incluso en animales adultos, la plasticidad conductual permite que se adapten a nuevas formas de relación. Cuando no hay competencia por recursos como comida o atención humana, y si el ambiente promueve la calma, los vínculos amistosos florecen.

Conductas que hablan de afecto

Las conductas afiliativas -como dormir juntos, lamerse mutuamente, frotarse o buscarse- son señales claras de un lazo afectivo. También lo es el juego, una herramienta fundamental para la socialización en muchas especies. Aunque perros y gatos tienen estilos de juego distintos, pueden encontrar formas compatibles de interactuar, desarrollando así un lenguaje común que refuerza el vínculo.

El amigo más inesperado

En este Día del Amigo, vale la pena observar que la amistad no entiende de razas, edades ni especies. Los lazos que unen a un perro y a un gato, cuando están fundados en el respeto, el juego y la confianza, son tan reales como los que pueden unir a dos personas. Y tal vez, al verlos compartir una siesta en el sillón o correr juntos por el patio, nos recuerdan que el afecto es una fuerza poderosa, capaz de superar las diferencias más grandes.

 

 


 

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