Comportamiento Canino
10 recomendaciones para abordar los problemas de agresividad canina
Especialistas en medicina del comportamiento abordan los problemas de agresividad canina, al tiempo que explican el concepto de dominancia y jerarquía en la especie canina, con el fin de evitar la perpetuación de ideas obsoletas o equivocadas que pueden ir en detrimento del bienestar de los perros y de la calidad del vínculo con sus propietarios.
A raíz de la “teoría de la dominancia” y el uso extensivo de términos como “macho alfa” para explicar los problemas de agresividad de los perros hacia otros perros o las personas, y justificar así determinadas técnicas de adiestramiento abusivas, el Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento Animal (GEMCA) de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA), ha publicado un posicionamiento sobre dominancia en perros.
En dicho trabajo el GEMCA describe de manera rigurosa el concepto de dominancia y jerarquía, y su potencial validez y relevancia en la especie canina, con el fin de evitar la perpetuación de ideas obsoletas o equivocadas que pueden ir en detrimento del bienestar de los perros y de la calidad del vínculo con sus propietarios. Se describen también los distintos tipos de dominancia y los estudios que existen sobre el tema.
Por último, el GEMCA concluye su documento ofreciendo una serie de recomendaciones generales para prevenir o manejar los problemas de agresividad canina en general, y hacia la familia en particular:
1- En el caso de adoptar un cachorro, hacerlo después de las 8 semanas de vida, evitando un destete precoz, siempre que las condiciones en las que se encuentre hasta ese momento sean las adecuadas.
2- Una vez adoptado, permitir una socialización adecuada del cachorro tanto con miembros de su especie como con personas (niños y adultos), lo que implica una exposición progresiva y asociada a un estado emocional positivo a estos estímulos.
3- Saber reconocer y satisfacer adecuadamente las necesidades físicas, afectivas y mentales de cada individuo en particular.
4- No molestar a los perros mientras comen o descansan, ni forzar los contactos (caricias), especialmente en animales miedosos, aprendiendo a reconocer las señales corporales y comportamientos que los perros emiten para comunicar su deseo de no interaccionar.
5- Establecer un vínculo sano con el perro a través del afecto, el juego y las actividades al aire libre, constituyendo para él una referencia de calma y seguridad.
6- Tener paciencia para enseñar al perro a adaptarse a nuestras normas de convivencia y ser consistentes en su educación, no variando arbitrariamente los límites establecidos.
7- En el caso de querer adiestrar al perro en obediencia básica u otras disciplinas o habilidades, buscar profesionales que trabajen exclusivamente mediante técnicas de refuerzo positivo y descartar a aquellos que basan su filosofía de trabajo en el uso de la fuerza o herramientas como collares de ahogo o eléctricos.
8- No usar la fuerza ni los gritos para corregir los comportamientos indeseados, incluidas las señales de agresividad.
9- Asegurar los cuidados veterinarios necesarios, y tratar cualquier enfermedad, incluyendo especialmente los procesos que cursan con dolor o malestar crónico.
10- Contactar con un veterinario especialista en Medicina del comportamiento (etólogo clínico) cuando aparezca un problema de agresividad para que realice un abordaje integral del mismo teniendo en cuenta no solo el comportamiento problemático sino también la salud física.