Por: Dra. Analía Gabriela Tortosa*

Conociendo al mosquito
El Aedes aegypty es una de las más de 220 especies de mosquitos que se encuentran en nuestro país, este insecto de origen africano se vio favorecido por el aumento global de la temperatura y la humedad causadas principalmente por las actividades antropogénicas (tareas agropecuarias intensivas, contaminación del aire, del suelo, mala gestión de los residuos, tala indiscriminada, pérdida de la biodiversidad).

El Aedes es un mosquito urbano que vive en estrecha convivencia con las personas, ya que la hembra debe picar y alimentarse de la sangre para la postura de sus huevos. El tiempo que transcurre desde la etapa de huevo hasta que se transforma en un ejemplar adulto es variable, puede ser desde una semana hasta un año y está determinado por las condiciones ambientales, especialmente por la temperatura y la humedad.

Los huevos son la forma de resistencia en el ambiente y pueden ser viables por aproximadamente un año, éstos son depositados generalmente en diferentes recipientes artificiales con agua. Cabe aclarar que este mosquito no “se cría” en espacios verdes abiertos ya que está adaptado al entorno dónde las personas se desenvuelven.


Fumigación ¿Problema o solución?
La fumigación no debe llevarse a cabo como método de prevención, se recomienda tan solo como complemento en el control de la población de mosquitos adultos cuando hay casos confirmados o notificados de dengue. La misma solo reduce una pequeña cantidad de Aedes, ya que para eliminarlos la gota del producto debe impactar en el cuerpo del mosquito y la mayoría de ellos se encuentran al resguardo en sitios oscuros y húmedos (detrás de las toallas, debajo de los muebles, en las rejillas etc.), por lo cual no son alcanzados por el insecticida.

Cabe destacar que los productos químicos que se utilizan son sustancias tóxicas, que producen la muerte de otros organismos de gran importancia biológica como lo son las abejas, e incluso matan depredadores naturales de insectos como las libélulas, arañas, hormigas entre otros.
Un problema que se visualiza por el uso de insecticidas es que estos eliminan a los mosquitos “sensibles” al producto, mientras que los “resistentes” se siguen multiplicando por lo cuál si este tipo de fumigaciones se sostienen en el tiempo, dejan de ser efectivas porque sobreviven los más aptos a los cuales el químico no los afecta.
Pensar en la fumigación como la “solución mágica” es un error, la clave está en nuestras manos, ya que la principal medida de prevención para evitar el desarrollo del Aedes aegypti y la posterior transmisión de enfermedades, es no tener “criaderos potenciales” es decir aquellos lugares o recipientes que puedan acumular agua.
Seamos parte de la solución minimizando el impacto en la salud ambiental, animal y humana.