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jueves 24 de abril de 2025 - Edición Nº2247
Vet Market » Profesión » 23 dic 2022

Etología Clínica

Fobia a los ruidos fuertes

En vísperas de las fiestas de fin de año, donde algunas personas todavía utilizan pirotecnia para celebrarlas, la Asociación de Etología Clínica Veterinaria de Argentina, explica que es la fobia a los ruidos fuertes y cómo afecta a los animales.


Por:
AECVA

 

La fobia a los ruidos fuertes es una enfermedad comportamental bastante frecuente, que consiste en la expresión de una respuesta de miedo intensa, excesiva y persistente, frente a determinados estruendos, sean cercanos o distantes, que no constituyen un peligro real para el animal.

Produce un intenso malestar físico, mental y emocional que interfiere con el comportamiento normal.

Puede presentarse con diversas manifestaciones tales como una actitud corporal típica de miedo (postura baja, cola entre los miembros posteriores, orejas retraídas), búsqueda de atención, vocalizaciones (gritos, gemidos), temblores, agitación, jadeo, salivación, vómitos, micción y defecación en lugares inapropiados, intentos de escape (incluso atravesando vidrios, rejas o rompiendo aberturas), búsqueda de refugio y destructividad. Como consecuencia de estas últimas, pueden producirse lesiones físicas y extravío, o incluso la muerte del animal.

Además, un manejo inadecuado, como intentos de control o sujeción, de un animal en este estado puede desencadenar reacciones agresivas. También puede haber agresión hacia otros animales que se encuentran en proximidad.

 

 

Algunas de las causas predisponentes son: experiencias tempranas inapropiadas (incluyendo las características de la madre y/o un ambiente adverso durante su gestación, nacimiento y primeras semanas de vida), falta de habituación a diversidad de estímulos sonoros y a distintos ambientes durante los primeros 3 meses de vida, o bien situaciones traumáticas asociadas a esos sonidos, en cualquier edad.

Es importante destacar que, durante la crisis fóbica, el sufrimiento es principalmente emocional y que no se debe a la mayor sensibilidad auditiva ni a dolor de oídos.  

La recomendación principal ante el episodio fóbico consiste en permanecer calmos y actuar con naturalidad, habilitar uno o varios lugares en los cuales el animal pueda refugiarse y sentirse seguro (caja de transporte, cucha, etc.), y permitirle estar cerca pero sin sobreprotegerlo, para no reforzar la conducta. En este contexto debemos recordar que el regaño y el castigo físico están contraindicados, ya que sólo ocasionan un aumento de la ansiedad y el miedo.

En los casos en los cuales la aparición de ruidos fuertes puede predecirse, se recomienda acondicionar un “sitio seguro”: habitación o espacio pequeño pero ventilado, con aislamiento físico y sonoro (paredes, techo, puertas, persianas, etc.), y sin elementos con lo que pudiera asustarse o lastimarse. Se pueden incorporar los objetos conocidos del animal (manta, juguetes, comedero, cucha) y música tranquila en volumen moderado.

 

 

Como se mencionó, la fobia a los ruidos es una enfermedad de la conducta sin resolución espontánea y, que de no ser tratada, tiende a agravarse. Requiere un adecuado diagnóstico realizado por un veterinario especializado en Etología Clínica (medicina del comportamiento), quien definirá el tratamiento específico para el paciente, que puede incluir pautas de manejo y modificación de conducta, y en ocasiones medicamentos.

Es necesario remarcar que está contraindicado el uso indiscriminado o sin la adecuada prescripción veterinaria de fármacos, que pueden ser contraproducentes y empeorar el cuadro

Como conclusión: la fobia a los ruidos fuertes tiene tratamiento e incluso puede prevenirse con un manejo adecuado durante el desarrollo.  

 

 


 

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