Los sonidos naturales y el canto de las aves en particular, juegan un papel clave en la forma en la que las personas se conectan con la naturaleza.
Según un estudio publicado en Nature, que se propuso reconstruir la estructura acústica de la banda sonora de las aves en distintos momentos y localizaciones, esa conexión se está perdiendo en gran parte porque las poblaciones de aves han descendido considerablemente y porque la mayoría de la población humana mundial vive en ciudades, con hábitos que aleja a las personas de la naturaleza.
El trabajo llevado a cabo por un equipo de investigadores, dirigido por Simón Butler de la Universidad de East Anglia (Gran Bretaña), comparó registros sonoros anteriores de cantos de aves con grabaciones actuales que ellos mismos registraron en más de 200.000 lugares de Norteamérica y Europa.
Los resultados del estudio revelaron un deterioro crónico de la calidad de la banda sonora de la naturaleza durante las últimas décadas.
Los investigadores pudieron identificar aquellos lugares en los que más ha descendido la diversidad y la intensidad acústica de su banda sonora, y pudieron concluir en que se corresponden con entornos en los que hay menos abundancia y riqueza de especies. Sin embargo, la amortiguación del canto de las aves tiene matices, por ejemplo, influye el tipo de especies implicadas, y cómo están cambiando numéricamente en el entorno. Por ejemplo, la pérdida de una especie como el mosquitero musical, que entona un canto rico e intrincado, probablemente tenga un mayor impacto en la complejidad del paisaje sonoro que la pérdida de una especie de córvido o gaviota, siempre más monótonos y estridentes. Así que el modo en que afecte a la banda sonora de la naturaleza dependerá también de la cantidad de mosquiteros musicales que haya en el lugar y de cuáles sean las otras especies que compartan ese rincón del mundo.
Si bien el estudio se centró exclusivamente en las aves, también pudieron registrar la reducción de otros grupos biológicos que influyen en la banda sonora de la naturaleza.
Otra observación del estudio que se percibe como un impacto negativo para la banda sonora de la naturaleza, es el aumento constante y generalizado del ruido producido por los humanos y otros contaminantes sensoriales, que sirven como pantalla al sonido natural.