La nueva variante del coronavirus identificada por primera vez en el Reino Unido se volvió la forma predominante en ese país aumentando el número de casos y llenando los hospitales.
Que la nueva cepa se propague con mayor velocidad implica mayor compromiso parte de la gente a seguir las precauciones como el distanciamiento social, el uso de las mascarillas, la higiene de las manos y una mejor ventilación.
Los expertos consideran que muchas variantes del coronavirus han surgido de la nada desde que comenzó la pandemia. Sin embargo, toda la evidencia recabada hasta ahora sugiere que el nuevo mutante, llamado B.1.1.7, se transmite con mayor facilidad que las formas previas. La primera vez que surgió fue en septiembre en el Reino Unido, pero ya representa más del 60 por ciento de los nuevos casos en Londres y zonas aledañas.
Parece que la nueva variante infecta a más gente que las primeras versiones del coronavirus, aunque los medioambientes sean los mismos. No queda claro por qué la variante tiene esta ventaja, aunque hay indicios de que podría infectar las células con mayor eficiencia.
Aunque es más transmisible el nuevo virus mutante no parece ser muy distinto a sus predecesores en el resto de los aspectos. No obstante, sí hay motivos para estar preocupados: una variante más transmisible aumentará el número de víctimas fatales simplemente porque se propagará más rápido e infectará a más personas.
Las vías de transmisión -por medio de gotas grandes y pequeñas, así como diminutas partículas en forma de aerosol a la deriva en espacios interiores llenos de gente- no han cambiado. Esto quiere decir que usar mascarillas, limitar el tiempo de exposición con otras personas y mejorar la ventilación en espacios interiores nos ayudará a todos a contener la propagación de la variante, como lo hacen estas medidas con otras variantes del virus.
La infección con la nueva variante podría aumentar la cantidad de virus en el cuerpo. Evidencias preliminares del Reino Unido sugieren que la gente infectada con la nueva variante suele ser portadora de mayores cantidades del virus en la nariz y garganta que las personas infectadas con versiones anteriores.
“Estamos hablando de un rango de entre 10 a 10.000 veces mayor”, señaló Michael Kidd, virólogo clínico de Salud Pública Inglaterra y asesor clínico del gobierno británico que ha estudiado el fenómeno.
Como resultado, en las situaciones en las que la gente se expone al virus hay una mayor probabilidad de esparcir nuevas infecciones.
Los científicos siguen aprendiendo sobre los cambios que le han provocado las nuevas mutaciones al virus.
La variante tiene 23 mutaciones, en comparación con la versión que brotó hace un año en Wuhan, China. No obstante, diecisiete de esas mutaciones aparecieron de repente, después de que el virus se desvió de su ancestro más reciente.
Cada persona infectada es un crisol que le ofrece oportunidades al virus de mutar conforme se multiplica. Con más de 83 millones de personas infectadas en todo el mundo, el coronavirus está amasando mutaciones más rápido de lo que esperaban los científicos al inicio de la pandemia.
La gran mayoría de las mutaciones no le dan ninguna ventaja al virus y desaparecen. Sin embargo, las mutaciones que mejoran la resistencia o la capacidad de transmisión del virus tienen una mayor probabilidad de progresar.
Al menos una de estas diecisiete mutaciones nuevas en la variante contribuye a que sea más contagioso. Se sigue desconociendo el mecanismo. Algunos datos sugieren que la nueva variante podría pegarse más fuerte a una proteína en la superficie de las células humanas, lo cual le permitiría infectarlas con mayor facilidad.