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domingo 08 de septiembre de 2024 - Edición Nº2019
Vet Market » Profesión » 13 jul 2020

Entrevista al Dr. Alejandro Paludi

¿Por qué los gatos son pacientes complicados?

Si aún no leíste la última edición de la revista Vet Market compartimos la entrevista realizada al reconocido especialista en medicina felina, Dr. Alejandro Paludi, para saber por qué muchos veterinarios consideran que los gatos son pacientes complicados.


Si la experiencia es el conocimiento basado en la cantidad de casos atendidos en la clínica veterinaria, puede afirmarse que el Dr. Alejandro Paludi es uno de los profesionales con mayor experiencia en medicina felina de la Argentina.

Es médico veterinario egresado de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires. Especialista titulado en  Medicina de Felinos Domésticos  (FCV UNR), Docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires. Docente tutor área el área de medicina felina en la FCV UNICEN). Posee tres libros publicados de medicina felina práctica editados en Francia, Argentina y España, posee muchísimas publicaciones científicas y de interés general. Además de realizar disertaciones para diferentes ámbitos veterinarios en varios países de América y Europa.

Por su trayectoria profesional, el Dr. Alejandro Paludi es la persona indicada para ayudarnos a descifrar el por qué muchos veterinarios consideran a los gatos como pacientes complicados.

 

 

¿Por qué muchos veterinarios dicen que los gatos son pacientes complicados?

La respuesta no es tan sencilla porque hay que analizarlo desde varios puntos de vista. En primer lugar hay que considerar que la mayoría de las Facultades de Ciencias Veterinarias siguen enseñando pequeños animales como un todo, o sea, enseñan gatos y perros al mismo tiempo.

En la mayoría de las Facultades por ejemplo se enseña medicina de grandes animales, pero los profesores de equinos no son los mismos que enseñan bovinos y viceversa, porque las patologías son distintas y hay especialistas para cada especie.

En pequeños animales no existe esa diferenciación. Un mismo docente puede enseñar medicina canina y felina indistintamente y no es lo mismo. Este es uno de los principales problemas por el cual el nivel de capacitación no está bien definido y eso confunde mucho al alumno, ya que los perros y los gatos son dos especies muy diferentes con patologías y comportamientos absolutamente distintos. Por este motivo, desde el inicio de la formación del veterinario debería mostrarse esa diferencia para que el alumno cuando egrese y tenga que atender un gato no se sienta perdido.

Por otra parte, debe analizarse al gato como animal de compañía. Mientras el perro necesito siempre de la simbiosis con el humano para sobrevivir, el gato no.

El gato siempre fue cazador semisalvaje y las personas lo utilizaron a lo largo de la historia para controlar las plagas de roedores que acechaban las cosechas. Ese fue el vínculo con los humanos, pero no hubo una simbiosis como en el caso de los perros.

La modernización del gato como mascota tiene filogenéticamente mucho menos antigüedad que el perro.

 

¿O sea que el gato ahora si tiene una vinculación simbiótica con las personas?

Yo diría que el gato aún no está convencido de que el humano sea simbiótico con él.

 

Pero, ¿cómo es entonces la relación del gato con su propietario?

El gato puede cumplir la función como mascota dentro de un hogar, pero no es su condición natural atávica.

Su condición natural es la de la cacería solitaria. Al gato le gusta tener una rutina, un ambiente estable, tolera a un determinado tipo de persona y sociabiliza en un entorno controlado. Todo lo que lo saque de ese entorno controlado lo estresa, y todo lo que lo estresa, lo enferma.

 

¿Entonces el estrés es la clave del secreto por el cual el paciente felino es tan complicado?

El sistema inmunológico del gato es absolutamente diferente al del perro y del humano. Muchísimas de las patologías que desarrolla el gato están asociadas a respuestas desproporcionadas inmunológicamente hablando. O sea, para que se entienda, el gato es un gran alérgico. Responde a muchas respuestas, por eso tiene patologías como asma, granuloma, cistitis, etc. etc., que no son infecciosas.

El gato, en la mayoría de las ocasiones tose por cuestiones irritativas, mientras que el perro en la mayoría de las ocasiones, tose por procesos infecciosos o cardíacos. Entonces, los signos son distintos en uno y en el otro. Pero, si nosotros consideramos que el gato tiene respuestas exageradas inmunes tiene ventajas y desventajas. Por ejemplo, la ventaja es que un gato sano difícilmente tenga infecciones bacterianas, por lo tanto el uso de antibióticos va a ser limitado y restringido. En cambio, en los perros es absolutamente distinto, lo mismo que en los humanos.

Sabemos que en condiciones particulares, el uso de los corticoides en los gatos, es muy efectivo para disminuir la respuesta inmunológica y muy bien tolerado, mientras que en los perros el uso de los corticoides está limitado, al igual que en los humanos, y la tolerancia –dependiendo de cada corticoide- es muchísimo menor.

Lo que tenemos que aprender tambien es que la farmacología que utilicemos en los gatos es absolutamente distinta a la que se utiliza en perros. Por ejemplo, a un perro le hace muy bien los AINEs, que son analgésicos, mientras que en los gatos, si bien funcionan, tienen una frecuencia de administración completamente distinta.

El estrés es la clave para entender al gato. Si nosotros entendemos el estrés, entendemos el origen de todas las intrigas que tiene el gato en la clínica. Lo que sucede es que el estrés a veces es muy difícil de medir y como es algo intangible creemos que no sucede.

 

¿La clave está en el sistema inmunológico?

El gato tiene un sistema inmunológico muy activo, pero cuando el gato se estresa, ese sistema inmunológico empieza a fallar, y cuando falla empiezan a parecer patologías asociadas básicamente a una baja de las defensas. Empieza no solamente a ser susceptible a infecciones, sino también a tumores y a trastornos del comportamiento.

Los trastornos del comportamiento en los gatos, en muchas ocasiones son visuales (auto lamido, lamidas excesivas con alopecias, cistitis, etc.). Hay muchísimas patologías en los gatos asociadas al estrés.

 

  

Las gingivitis son un transtorno muy común, a pesar de que su origen puede ser viral. El dolor suele producir más estrés y eliminar el dolor es clave para terapeuticas mas complejas.

 

Las cistitis en los gatos suele ser en la mayoria de los casos manifestacion de estres, a pesar de que siempre se las asocia a bacterias, suelen ser asepticas.asépticas.

 

  

(Foto 1.) Los gatos aburridos o estresados suelen lamerse en exceso este acto libera endorfinas que calma al gato sin embargo, produce lesiones en piel muy evidentes.
(Foto 2) Las alopesias simétricas por autolamido son muy comuens en general, se las asocia con alergias, pero pueden ser manifestación de auto satisfacción.

 

¿Qué le produce estrés al gato?

Básicamente todo. Si el gato está contento en su zona de confort es un gran logro, pero a veces no lo está (dependiendo del carácter del gato).

Pongamos una situación ejemplificadora: una persona tiene un gato en un departamento y un día llega alguien que no es de la rutina habitual, por ejemplo un nuevo novio. El gato puede reaccionar de cualquier manera. Se puede enfermar rápidamente solo por el hecho de haber sucedido un cambio en su rutina.

Otra situación que suele suceder es cuando se abre una valija el gato se mete dentro de ella, porque piensa que si el dueño se va no tendrá como alimentarse y va a cambiar su rutina.

Hay muchísimos ejemplos de cambios que suelen suceder en la rutina del gato, como por ejemplo la incorporación de otra mascota, por eso es muy importante cuando observamos una determinada patología, que suponemos está asociada a trastornos del estrés, debemos realizarle al propietario algunas preguntas como por ejemplo que paso hace 15 días o un mes atrás que pueda haber trastornado el comportamiento del gato y que le haya producido estrés. Uno de los errores más comunes es tratar la patología sin hacer la pregunta para saber si pudo haber estar asociada a un cambio en la rutina habitual.

Personalmente cuando atiendo un gato le hago tres preguntas al propietario que considero fundamentales: qué edad tiene el gato (porque la edad está asociada a muchísimas patologías), que es lo que tiene y por último (si lo que me dice está asociado a una condición posible de estrés) que sucedió días pasados (para ver si hay manera de eliminar el estrés).

Cuando trato una cistitis sé que la mayoría de las veces tiene como origen un proceso de estrés. Entonces, puedo tratarlo con fármacos en ese momento, pero si la condición de estrés que lo llevo a eso persiste el problema va a repetirse en el futuro.

Existen dos caminos: si el estrés que lo produjo fue un estrés circunstancial y se elimina, no hay problema. Pero si el estrés es constante, hay dos opciones: o se trata de eliminar o se medica para tal fin. En esos casos las medicaciones más comunes son los ansiolíticos.

La consulta siempre será incompleta si no se averigua porque el animal se inmunosuprimio y si esa inmunosupresión está asociada al estrés.

 

¿Existe alguna otra razón que pueda hacerle bajar las defensas a los gatos, o solo es el estrés?

La pregunta es muy oportuna porque me permite desarrollar dos temas importantes.

La cuarta pregunta que nosotros hacemos en el consultorio es cómo vive el gato, dónde vive y si tiene contacto con otros gatos. Porque la otra manera de que el gato pueda inmunosuprimirse es con enfermedades infecciosas virales como es el virus de la leucemia felina (VILEF) y de la inmunodeficiencia felina (VIF) que en general se contagian cuando los gatos viven vidas sociales con otros gatos callejeros.

Ese tipo de gatos también manifiestan enfermedades inmunosupresivas similares de alguna manera a las del sida del humano y aparecen enfermedades, por ejemplo, bacterianas o tumorales, que habitualmente en un gato con su sistema inmunológico intacto no deberían aparecer.

Podemos simplificar esto diciendo que existen dos grupos de gatos: los que se inmunosuprimen por enfermedades infecciosas y los que se inmunosuprimen por estrés.

Cuando los gatos viven en confinamiento dentro de un ambiente controlado sin contacto con otros animales la posibilidad de estrés es muchísimo mayor porque no desarrollan ninguna actividad de las cuales el gato está programado genéticamente, como por ejemplo la de depredar, cazar, mantener un territorio para sus necesidades o tener vida en libertad. De alguna manera ese grupo también se inmunosuprimirá por el estrés.

Para complicar aún más la cosa en la clínica de gatos, las manifestaciones de patologías van a ser muy zonales. Así, los gatos que viven en propiedades sin acceso al exterior, con respecto a las estadísticas patológicas, serán muy distintas a las de los gatos que viven en propiedades con acceso al exterior, donde las patologías van a ser absolutamente distintas, porque en general  los gatos controlados sin acceso al exterior son más manejables, mientras que los que viven en condiciones semisalvajes  o con libre acceso al exterior en muchas ocasiones son un trastorno para darles cualquier tipo de medicación o atención, y a veces ni siquiera se los puede revisar.

Suele considerarse al gato un paciente misterioso, pero en realidad es un paciente al que no se lo sabe manejar y no se conoce profundamente, entonces se improvisa y cuando se improvisa se erra. Pero lo peor es que la mayoría piensa que no se improvisa porque hace medicina por trasnpolación al perro, y ahí cuando dicen “que difíciles que son los gatos”. Por otro lado insisten en muchas ocasiones en dar medicación oral, cuando difícilmente los gatos tomen medicamentos sin tener trastornos al  administrarlos, y peor  cuando los gatos no son dóciles.

A sabiendas que la medicación inyectable o spot on seria el método más recomendado. Y otra cosa que se ignora es que la sola administración oral de algo que al gato no le gusta, el solo acto lo inmunosuprime, y a veces interfiere en la actuación eficaz de la medicación, hay muchos ejemplos de esto.

Hace unos años un grupo multidisciplinario integrado no solo por veterinarios, sino también por criadores y proteccionistas, nos propusimos estudiar el estrés del gato y nos dimos cuenta que cada uno tenía algo para aportar. Toda la información fue muy valiosa porque nos permitió comprender que el problema venía por muchísimos lados distintos como por ejemplo la fisiología del estrés, como se desarrolla y se trata, de porqué un gato se estresa, en qué condiciones lo hace y como se manifiesta.

Desde hace más de dos años tenemos un libro que está pronto a ser publicado donde sin querer nos excedimos en la información porque a medida que transcurría el estudio nos íbamos dando cuenta de su importancia. Descubrimos también los muchos errores que diariamente cometíamos en las consultas como clínicos.

Cuando alguien como yo cree que por estar tantos años detrás de una camilla atendiendo gatos ya conoce todo sobre este maravilloso animal, se equivoca. Los gatos siempre tienen una vuelta de rosca más para sorprendernos.

El gato es un paciente misterioso, pero más  difícil es llegar a la meta, cuando ignoramos como es el camino para llegar a la respuesta que necesitamos.

 

(Publicado originalmente en la edición Nº 129 de Vet Market)

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